El control biológico, el camino a seguir. BIOLINE IBERIA
Hace más de diez años que la SCA Fresaflor inició este camino que ahora recorre de la mano de Bioline Iberia, y los resultados no han podido ser más positivos tanto para la calidad de sus berries como para el entorno en el que se cultivan.
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Entrar en una plantación de fresa hoy es una experiencia que nada tiene que ver con la de hace una década. Donde antes había solo un cultivo que el agricultor cuidaba con mimo, receloso de que pudiera ser atacado por plagas o enfermedades, hoy encontramos todo un hábitat natural. Junto a ese cultivo aparecen insectos beneficiosos que mantienen a raya a esos otros no tan buenos y, además, asistimos al resurgir de toda una serie de nuevos insectos hasta ahora desaparecidos por el uso de distintos tratamientos químicos. Todo ello se resume en un mayor respeto al ecosistema.
La SCA Fresaflor decidió hace más de diez años que el uso del control biológico de plagas era el camino a seguir, primero “por las propias exigencias del mercado y, en segundo lugar, porque una vez que lo pones en práctica, te das cuenta de que es totalmente viable e implica una seria de beneficios para el cultivo”, nos explica el director técnico de esta cooperativa, José Carlos Macías, quien afirma que todos sus socios aplican estas técnicas de cultivo.
Hoy los resultados son palpables: “le damos un valor añadido a nuestro producto”, una mayor calidad y seguridad alimentaria. Pero llegar hasta aquí no ha sido fácil, antes ha habido que provocar un cambio de mentalidad en sus productores socios y, para ello, cuentan con el apoyo y asesoramiento del Departamento Técnico de Bioline Iberia. “El agricultor quiere ver su cultivo limpio, libre de plagas, y le cuesta asumir que el control biológico implica un equilibrio entre fauna beneficiosa y plagas”, explica Macías.
Pero hay quien ya ha cambiado completamente el chip. Es el caso de Manuel Peña, socio de la SCA Fresaflor, que cultiva 19 hectáreas de fresa (ha), 2,5 de frambuesa y la misma superficie de arándanos. Reconoce que “hay que tener templanza y paciencia” para convivir con los insectos pero, al final, “tenemos un producto limpio”. Para este agricultor, ha sido clave la labor de Bioline Iberia: “sus técnicos me asesoran continuamente y, gracias a ellos, he aprendido muchísimo”.
Un largo proceso
Y ese aprendizaje continúa. Fruto de la reducción de fitosanitarios, “siempre surgen nuevas plagas, como ha ocurrido este año con el pulgón, que ha tenido mayor incidencia que en otras ocasiones”, comenta Isabel Díez, de Bioline Iberia. Pero lejos de suponer un problema, implica un nuevo reto: “tenemos que buscar nuevas herramientas, siempre estamos intentando avanzar y, por ejemplo, este año haremos ensayos para encontrar depredadores naturales que nos permitan controlar los gusanos en fresa y frambuesa”.
En el caso de la SCA Fresaflor, pusieron en marcha su programa de manejo integrado de plagas en el cultivo de la fresa y, posteriormente, lo extendieron a la frambuesa. Para ellos, es “una exigencia de los mercados” y así se lo trasladan a sus socios: “el agricultor que no inicie este camino, en cuatro o cinco años, va a tener difícil seguir en este negocio”.
El siguiente paso es el ecológico y, de hecho, prevén comenzar en breve su producción de arándano bio, “la fresa la dejaremos para el final, puesto que es un cultivo más complicado”, concluye Macías.