Digitalización y eficiencia para un tomate más competitivo. PLATAFORMA TIERRA
Ana Cabrera, Analista de Mercados de Plataforma Tierra
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El tomate es una de las principales hortalizas cultivadas en España, con más de 4.200.000 toneladas y un valor de la producción que ronda los 1.500 millones de euros. Asimismo, se trata de una de las hortalizas en fresco con un fuerte componente exportador, alcanzando las 728.800 toneladas y los 934,8 millones de euros (2020).
No obstante, en los últimos años se está produciendo un retroceso en su producción, que ha generado un debate sobre su situación, las causas que lo están provocando, así como la posibilidad o no de revertirlo, dada la presión en los mercados. En este artículo, vamos a analizar la evolución de los principales indicadores de mercado y las herramientas disponibles para mejorar su competitividad, tratando de dar respuesta a estas cuestiones.
El retroceso experimentado en las hectáreas de tomate en España, considerando los tres ciclos de producción, asciende al 11,2% desde 2009, cuando alcanzó su máximo del histórico reciente. Asimismo, el estudio del comportamiento de la superficie según ciclo de cultivo muestra que las fechas de recolección en las que más ha disminuido se corresponden con las plantaciones de otoño e invierno, que coinciden con los ciclos de producción bajo abrigo del Sureste del país. Así, Almería, Granada y la Región de Murcia representan más del 85% de la superficie total cultivada en dichos periodos. Sin embargo, hay que señalar que esta disminución ha sido más intensa en Almería y la Región de Murcia que en Granada. De hecho, en Almería, principal zona productora de octubre a mayo, las hectáreas han caído un 15,5% en los últimos 5 años.
Principales indicadores
La contracción de la oferta en los últimos años se debe sobre todo a dos motivos. El primero es muy claro de deducir: a menor superficie, menor producción, ya que no se han introducido nuevas técnicas que hayan incrementado los rendimientos medios. Es más, y esto nos lleva al segundo motivo, el rendimiento medio por hectárea también ha sido inferior. Este descenso de las toneladas por hectárea es consecuencia de la diversificación en las variedades de cultivo. Así, el agricultor ha ido produciendo cada vez más las llamadas “especialidades”, principalmente tipos cherry y asurcado, pero también otras muchas de menor representatividad. El aumento de especialidades mejor valoradas en el mercado y con menores rendimientos, junto con la menor superficie cultivada han dado como resultado un retroceso de la producción en torno al 25% en los cinco últimos años.
La menor producción no ha tenido el reflejo esperado en los precios percibidos por los agricultores si atendemos a la ley de la oferta y la demanda. Y es que, en este producto, no somos los únicos suministradores de la Unión Europea (UE), nuestro principal mercado, sino que se trata de una de las hortalizas cultivadas bajo abrigo que tienen una mayor competencia, de manera que la reducción de nuestra oferta representa una oportunidad de crecimiento para otros orígenes.
En las últimas campañas, la demanda europea se ha mantenido estabilizada en torno a 3.200.000 toneladas, y la menor oferta española ha favorecido la entrada a la UE + Reino Unido de tomate marroquí, turco, francés o belga, entre otros.
Por tanto, lo que se está produciendo es una contracción de la oferta española, que no de la oferta total en el mercado, y, en consecuencia, las cotizaciones no aumentan en proporción al ajuste de la producción.
No obstante, si se observa la evolución de los precios según los principales tipos de tomate (gráfico 3), estos no han sido desfavorables, ya que se han mantenido o aumentado si se comparan con la media del último decenio (2010/20). Es más, las cotizaciones de la campaña 2020/21 han estado un 10-15% por encima de este promedio. Por otra parte, hay que destacar que el tipo de tomate más valorado es el cherry, más intensivo en mano de obra y característico por su tamaño y sabor, ya que se destina en parte a su consumo como snack; por lo que el consumidor valora positivamente este tipo de experiencias de consumo saludable.
Si se analiza la evolución de sus costes, según los datos publicados por la Junta de Andalucía, estos han aumentado un 9,2% en 2019/20 en comparación con la media de hace 10 años, por lo que se ha producido una cierta contracción de la rentabilidad del agricultor. Dado el comportamiento de los precios medios de 2020/21, habrá que ver cómo han evolucionado las diferentes partidas de gastos y cómo han afectado a la rentabilidad.
Por otra parte, sus exportaciones se han reducido en proporción al descenso productivo, de manera que, en la campaña 2019/20, se comercializaron 723.900 Tn frente a las 974.900 de 2014/15, lo que representa una caída del 25,7%. En lo que respecta al valor, la bajada ha sido mucho menor, del 6,7%, con 921,3 millones de euros en 2019/20 en comparación con los 987,9 millones de 2014/15.
Por tanto, el tomate español ha presentado un precio medio aparente superior al de hace cinco campañas, que indica que nuestra oferta mantiene una buena aceptación en los mercados exteriores, algo relevante de cara al futuro del sector. Asimismo, esta confianza del consumidor europeo es fruto de una trayectoria de trabajo continuado para adaptarse tanto a sus necesidades como a las de los diferentes canales de comercialización en aspectos como la calidad organoléptica, ausencia de residuos, sostenibilidad, trazabilidad y buen servicio de suministro.
Motivos de un retroceso
Algunas de las circunstancias que han llevado al retroceso del cultivo de tomate son:
• La competencia creciente en el mercado. Se trata de la hortaliza con mayor competencia en Europa de las cultivadas bajo abrigo, aunque el retroceso en la exportación es proporcional al de la producción.
• El aumento del cultivo de especialidades con menores rendimientos por ha.
• El incremento de los costes, especialmente de mano de obra en los dos últimos periodos productivos, a raíz de la aprobación del salario mínimo interprofesional. No obstante, hay que mencionar que es un coste que llevaba varias campañas estabilizado, por lo que se ha concentrado el aumento de esta partida que probablemente se hubiese realizado de forma progresiva si hubiese seguido la tendencia de otros costes.
• La disponibilidad de agua de mejor calidad, en su mayoría procedente de desaladora, en algunas zonas tradicionales de cultivo de tomate por su tolerancia moderada a la salinidad, ha permitido la diversificación hacia otros cultivos para minimizar riesgos derivados de las fluctuaciones del mercado.
• Así como la libre elección del agricultor para producir otras hortalizas que se ajusten más a sus preferencias o le aporten mayor rentabilidad, teniendo la posibilidad de modificar su estrategia de producción según ciclo de cultivo.
Estas razones ponen de manifiesto que, para incentivar el cultivo de tomate, es necesario plantear nuevos escenarios que favorezcan su rentabilidad, teniendo siempre en cuenta que es muy complicado competir en costes en un mercado globalizado. Eso no implica que no se tenga que trabajar en su optimización, todo lo contrario, pero considerando que los escenarios de rentabilidad que más pueden mejorar nuestro potencial competitivo van de la mano de tres cuestiones fundamentales para el cultivo del tomate y de la agricultura en general: la innovación, digitalización y la sostenibilidad. Sin dejar de lado la calidad, la tecnología/automatización y, por supuesto, una buena experiencia de consumo.
Digitalización, sostenibilidad e innovación
Son también ejes prioritarios en la estrategia europea y española para el desarrollo de la economía en general y de la agricultura en particular, como demuestra la firma del Pacto Verde Europeo y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Estas estrategias han de aterrizar en la realidad de la producción con la incorporación de herramientas digitales accesibles y adaptadas para una gestión más eficiente de las explotaciones, mejorando la toma de decisiones y optimizando el uso de los recursos de producción.
Por este motivo, es muy importante que los empresarios agrícolas incrementen sus habilidades digitales, ya que han de ser plenamente conscientes de la importancia de esta materia en el desarrollo del sector para su plena integración en el sistema. Asimismo, existe una interrelación entre digitalización y jóvenes que puede contribuir al deseado acercamiento de las nuevas generaciones a la agricultura, haciéndola más atractiva para quien inicia su trayectoria profesional y que, al mismo tiempo, sea protagonista del impulso de las tecnologías digitales.
La digitalización, por tanto, nos va a permitir una optimización de la producción y ahorro de costes, pero también mejorar la sostenibilidad. Aunque queda camino por recorrer, la preocupación del sector por ser más sostenible no es nueva, como muestra el avance de la agricultura ecológica, la producción integrada y las técnicas de control biológico en los cultivos hortícolas bajo abrigo desde finales del siglo XX.
Otro aspecto relevante es la apuesta por la investigación y la innovación que facilite una agricultura circular, la automatización de aquellas labores que no aportan valor al producto final, así como el mayor uso de energías renovables. No obstante, la agricultura bajo plástico española es de las más eficientes energéticamente, ya que nuestra principal fuente de suministro es el sol.
Además, cada vez existen más herramientas que permiten medir la sostenibilidad y son más importantes en el mercado, como la huella de carbono y la huella hídrica. España se encuentra más próxima a nuestro principal mercado de exportación que otros orígenes y la búsqueda de alternativas en el transporte para que sea menos dependiente de energías fósiles es una constante desde hace décadas. Muestra de ello es la reivindicación del corredor mediterráneo, o, la investigación en el desarrollo de otro tipo de combustibles o fuentes de alimentación para vehículos a motor y que cada vez parecen más accesibles.
Ya se está trabajando en la reducción de la huella de carbono de nuestros productos, así como en la huella hídrica, siendo la gestión del agua la piedra angular debla agricultura protegida. Es por eso que el Sureste español es una de las zonas de cultivo con una gestión más eficiente del agua de riego.
Muchos son los retos de cara al futuro. Respondiendo a la pregunta de si la situación del tomate es reversible o no, todo dependerá de nuestra habilidad para afrontarlos. Aunque, echando la vista atrás, muchos son también los logros
conseguidos y ya hemos iniciado el camino para alcanzar los nuevos objetivos
marcados, por lo que España tiene todos los factores para afrontarlos con éxito.