La técnica del acolchado, que se popularizó en la agricultura en los años 60, tiene orígenes muy antiguos y, en la actualidad, se utiliza de forma generalizada por sus numerosos beneficios, lo que ha propiciado su gran implantación en el sector hortícola y también, más recientemente, en otros cultivos de ciclo más largo. Por un lado, ofrece muchas ventajas desde el punto de vista agrícola, pero, por otro, crea una serie de residuos que deben eliminarse para minimizar su impacto medioambiental. Al final del ciclo del cultivo, los films acolchados de plástico terminan mezclándose con restos de tierra y de cosecha, aumentando su peso hasta un 50% más, por lo que su eliminación supone un elevado coste para los agricultores.
Actualmente, se estima que, de las 76.000 toneladas de acolchados utilizadas en Europa, más del 30% permanece en el campo y en el suelo. Los residuos de plástico en el suelo tienen un impacto negativo en el crecimiento y el desarrollo de los cultivos, reduciendo su rendimiento hasta en un 15%.
Biodegradables: una solución eficiente y sostenible para la agricultura
Una solución a esta problemática viene desde el mundo de los bioplásticos. De hecho, desde hace unos años, se ha generalizado el uso de films y/o láminas de acolchado biodegradables en el suelo para la agricultura. Novamont ha sido pionera con su film de acolchado en Mater-Bi, desarrollado hace más de veinte años y que ha sido certificado completamente como biodegradable en suelo de acuerdo con la certificación Ok Biodegradable Soil y la norma europea UNE EN-17033, que asegura su completa biodegradabilidad en las condiciones ambientales normales del suelo.
El certificado OK Biodegradable SOIL, emitido por T¨ÜV Austria, se otorga a aquellos materiales que son totalmente biodegradables en el suelo, sin efectos adversos (toxicidad) sobre él ni el medio ambiente.
La norma europea UNE EN-17033, por su parte, es el estándar europeo que define las características que los acolchados biodegradables deben tener para cumplir con los criterios de biodegradabilidad en el suelo, ecotoxicidad y características mecánicas y ópticas. Su certificado de conformidad se emite según el protocolo DIN CERTCO.
Aspectos económicos y situación actual
Para evaluar la conveniencia económica de utilizar films biodegradables hay que tener en cuenta varios aspectos para hacer un análisis completo de los costes del cultivo:
Por un lado, la cantidad de material necesario por hectárea, que en el caso de los materiales biodegradables es menor, ya que se requiere un grosor inferior al de los plásticos tradicionales, por eso en muchos países europeos se prefiere comparar el precio por m2.
Por otro lado, los costes de la gestión y el tratamiento de los materiales al final de su vida útil. Usando materiales plásticos convencionales se deben tener en cuenta los costes de retirada y el traslado a una empresa especializada en gestión de residuos plásticos especiales para su tratamiento. En el caso de los films biodegradables no es necesario el proceso de retirada, ya que, gracias a su composición, tras el ciclo del cultivo, son metabolizados por los microorganismos del sustrato y se integran completamente en el suelo transformándose en agua, dióxido de carbono y biomasa, como sucede con los restos del cultivo.
Los films de acolchado biodegradables están incluidos desde 2008 en algunos documentos de la PAC (Política Agrícola Común), tanto a nivel nacional como internacional.
La OCM (Organización Común de Mercados Agrícolas) en Italia, España, Francia y Portugal ha incluido su uso entre las medidas medioambientales (que representan el 10% del importe de la OCM) a través de una ayuda a la compra (521 €/hectárea).
Otro aspecto relevante de los acolchados biodegradables es que se elimina completamente la problemática de acumulación de plástico y microplástico.
“ La OCM en Italia, España, Francia y Portugal ha incluido el uso de films de acolchado biodegradables entre las medidas medioambientales»