La introducción en el mercado nacional en los últimos años de un sinfín de variedades de melón Piel de Sapo que no cumplían con los estándares de sabor ha provocado la pérdida de la confianza por parte del consumidor local, dando lugar a un descenso del consumo de esta fruta. Recuperarlo es el reto que se han marcado en Syngenta y el leit motiv que ha impulsado su trabajo de desarrollo varietal, que se ha traducido en una nueva genética “adaptada a la calidad gustativa del consumidor actual, que busca más firmeza de carne, pero sin perder la referencia de sabor”, nos explica Víctor García, Product Manager de Cucurbitáceas de Syngenta.
Ya el año pasado, la casa de semillas introdujo su primera variedad con esta nueva genética para Murcia y La Mancha, Airen, y, en este 2018, cuenta con un nuevo Piel de Sapo en fase pre-comercial, Macabeo (MP5344). Ambos tienen un nivel de Brix muy alto, carne firme, buen aguante en planta, gracias a su maduración más lenta que el Piel de Sapo tradicional, y buena poscosecha, además de un bonito escriturado y color dorado. Desde un punto de vista agronómico, son plantas de gran rusticidad, adaptadas a las condiciones de calor extremo de ambas zonas de producción, y con resistencia a Oídio, de modo que se reducen los tratamientos, asegurándole al agricultor una mayor sanidad de planta y, en definitiva, una mejor calidad de fruta.
Airen y Macabeo son variedades para ciclos medios y tardíos que se diferencian entre sí por el calibre. “Macabeo tiene un tamaño mayor, de ahí su posicionamiento en temprano y tardío en La Mancha, fechas en las que hay que asegurar un buen calibre”, nos explica el Product Manager de Cucurbitáceas de Syngenta.
El melón que viene
De cara al futuro, la casa de semillas tiene en marcha dos líneas de trabajo encaminadas a diversificar los calibres del Piel de Sapo y que responden a dos tendencias de consumo. En primer lugar, en España, aumenta cada vez más la compra de melón partido, de modo que “tenemos que seguir desarrollando variedades que aseguren un calibre de entre 3,5 y 4 kilos para que, una vez partidas, obtengamos dos mitades aceptables para el consumidor”. El mercado de exportación demanda, sin embargo, piezas completas de no más de 2,2 kilos, lo que obliga al desarrollo de variedades de pequeño calibre, pero con altos rendimientos para garantizar la rentabilidad al agricultor.