Según reflejan los datos estadísticos del Banco de España, las entidades bancarias han venido reduciendo drásticamente cada año, desde el comienzo de la crisis, el volumen de crédito a las empresas y, aquellas pocas privilegiadas que han tenido acceso al crédito, ha sido con un coste muy superior al de los países de nuestro entorno como refleja la serie histórica del Banco Central Europeo.
Estos datos, unido al hecho de la escasa presencia de operadores no bancarios en el mercado español y, por tanto, la histórica dependencia de las empresas españolas de la financiación bancaria, en torno al 80% de la financiación global de las empresas (a diferencia de otros países como EE.UU. en los que la financiación bancaria en las empresas representa un 30%), han puesto de manifiesto las deficiencias del sistema financiero español en cuanto a la disponibilidad de crédito por parte de las empresas, incluyendo al sector hortofrutícola, lo que ha provocado que hayan sufrido la travesía del desierto durante los últimos cinco años en cuanto a las posibilidades de acceso al crédito.
Una muestra clara de esta situación son las exigencias recogidas en el Memorando de Entendimiento suscrito el 27 de julio de 2012, entre España y la Comisión Europea (el conocido como MOU del rescate bancario de España), en el que se detallan las medidas concretas a adoptar por nuestro país para reforzar su estabilidad financiera, y que en su punto 27 recoge: “Debe fomentarse la intermediación financiera no bancaria. A la luz de la considerable dependencia de la intervención bancaria en la economía española, las autoridades españolas prepararán propuestas para fomentar la intermediación financiera no bancaria, incluida la financiación del mercado de capitales y el capital riesgo.”
En este contexto, el gobierno nacional y las autonomías han adoptado una batería de medidas, incluyendo numerosas reformas legislativas aún en tramitación, destinadas a la transformación del sistema financiero español y a facilitar fuentes de financiación estables no bancarias; es lo que se ha venido a denominar como “la metamorfosis de la financiación empresarial”. En particular, por lo que a las alternativas a la financiación bancaria se refiere, por un lado, se han aprobado nuevos programas de financiación pública a las empresas y se han intensificado los programas ya existentes, y, por otro lado, se ha potenciado el crecimiento y aparición de nuevos proveedores y mercados que faciliten el acceso al crédito.
Dichos proveedores, instrumentos y mercados, si bien aún tienen una presencia residual en lo que al volumen de crédito concedido se refiere, han ayudado de manera inequívoca al camino de la recuperación del crédito generando hacia la competencia y empujando a la banca tradicional a la búsqueda de empresas y proyectos que financiar dado que, ahora sí, tienen la capacidad y la necesidad de financiar. El dinero vuelve a estar en el mercado, ahora lo que se precisa son empresas y proyectos.
En los siguientes números de la revista expondremos algunas de estas alternativas de financiación que pueden tenerse en cuenta por los gestores de las empresas del sector hortofrutícola a la hora de cerrar la financiación de sus empresas.