Los productores de fruta del Bajo Cinca están acostumbrados a que el frío o el granizo acaben con una parte de su cosecha, pero hace varias décadas que nadie recuerda una campaña con una merma tan acusada como la actual. Las heladas del pasado mes de marzo han acabado con la mitad de la cosecha. Y eso de media. Hay agricultores que han perdido hasta el 80% de su producción, lo que ha echado por tierra todas sus previsiones. Ni obtendrán los ingresos esperados ni necesitarán de tantos jornaleros.
Aunque la campaña acaba de despegar, de ser un año normal, la actividad ya habría comenzado a crecer a estas alturas y se dispararía a partir del próximo 15 de junio, con la llegada de las variedades más tempranas. Sin embargo, fincas y almacenes están bajo mínimos. Y así seguirán el resto de la campaña. Será difícil ver grandes cuadrillas de temporeros y cámaras de almacenaje repletas. «La gente que rodea al sector empieza ahora a creérselo, al ver que es imposible cumplir con la demanda de los compradores o mantener una plantilla similar a la de años anteriores. Hasta ahora, eran muchos los que pensaban que estábamos exagerando», explica el presidente de Excofruit, Carmelo Casas.
Su caso particular permite traducirlo a cifras. De ser un año normal, las empresas de su grupo familiar sumarían ahora mismo entre 160 y 180 trabajadores, pero les basta con una plantilla de 40. Y es que, tal y como señala, «no hay fruta». El pequeño productor, que solía necesitar a una docena de temporeros, se apaña con dos y además, «muchas fincas han completado las labores de aclareo en una semana o semana y media cuando lo normal es que se hubiesen alargado más de un mes», señala el responsable de fruta dulce de UAGA, Óscar Moret.
«El desánimo es total, por la falta de producción y la escasa rentabilidad, a lo que hay que sumar también las limitaciones que para la fruta se plantean en la nueva PAC», añade. «A los almacenistas, les bastará con poner en marcha la mitad de sus instalaciones, y eso es inviable», señala Moret. Y tanto es así que algunos empresarios han optado por comprar fruta en otras zonas productoras como Murcia con el fin de poner en marcha sus cintas transportadoras y, al menos, cumplir con los compromisos adquiridos con sus principales compradores.
Descenso de las contrataciones
Los datos oficiales confirman las estimaciones de los productores, que calculan una merma del 50% en la producción anual, que ronda los 280 millones de kilos, y en consecuencia, también en las contrataciones, que oscilan entre las 6.000 y las 7.000 personas. Los 19 principales municipios productores de las comarcas del Bajo Cinca, La Litera y Cinca Medio han formalizado en los dos últimos meses 3.683 contratos en el sector agrícola, la inmensa mayoría de temporeros. De ellos, 842 corresponden al mes de abril y 2.841 al de mayo. Eso supone un 30% menos que en el mismo período de 2020 (5.231) y un 42% menos que en 2019 (6.362).
El único fruto que se ha salvado de las heladas ha sido la cereza, al cultivarse en cotas más altas y tener una floración más tardía. No obstante, algunas fincas acabaron tocadas por las lluvias y de momento, «los precios están siendo simplemente aceptables», señala Moret. De forma habitual, los trabajadores de la cereza, que precisa de una alta mano de obra, se pasaban a la recogida del resto de fruta dulce. No obstante, la merma actual hará imposible absorber a gran parte de ellos y entonces, se desconoce qué ocurrirá, es decir, si se desplazarán hacia otras zonas con mejores oportunidades laborales o se quedarán a la espera de ver cómo evoluciona la faena en el campo. La campaña suele alcanzar su punto álgido sobre el 15 de julio.
Para su homólogo en Asaja, Ramón Portolés, la baja producción marca esta nueva campaña, en la que cree que será difícil contar con buenos precios, ya que «falta alegría» en los mercados. «Hay todavía mucha incertidumbre, ya que no sabemos si el consumo y el turismo se reactivarán lo suficiente», indica.
Mercofraga, pendiente del clima y el turismo de costa
El descenso de producción también se dejará notar en la nueva temporada de Mercofraga, el mercado de proximidad de Fraga, que abre este domingo y que mueve una media de entre 3 y 4 millones de kilos de fruta al año. Para su buen funcionamiento, será clave que las temperaturas empiecen a subir, lo que favorece el consumo de fruta, y que la movilidad se mantenga. También será importante que se reactive el turismo en las zonas costeras más cercanas, según explica su director, José Ignacio Gramún. El productor es optimista. De hecho, confía en que la falta de producción «anime los precios» y «al final, si estos factores se cumplen, y en general, las peritaciones por los daños son buenas, algunos aún podrán salvar la campaña», dice.
Mercofraga estará abierto de lunes a viernes (12.00) y los domingos y festivos (9.00). Su objetivo es poner en contacto a pequeños productores con compradores de la zona, que distribuyen la mercancía en un radio de entre 100 y 200 kilómetros. Del conjunto, la mayoría llega de Zaragoza, Tarragona y Lérida. Mucha de la fruta se destina a establecimientos y hoteles de la costa mediterránea. El producto llega al consumidor el mismo día de su compra y por lo tanto, «conserva todas sus propiedades, ya que se recoge en el punto óptimo de maduración, con todo su aroma y su sabor», señala Gramún. Para el productor, también son muchas las ventajas. A diferencia de lo que ocurre con las entregas en los grandes almacenes, los productores conocen el precio de venta y además, obtienen la cantidad acordada de forma casi inmediata, lo que les proporciona liquidez para seguir trabajando.
En cada sesión, la dinámica será similar, respetando siempre las medidas anticovid. A la hora señalada, suena un silbato y durante cinco minutos, los compradores observan la mercancía de los productores. Hasta la finalización de ese tiempo, no está permitido cerrar ninguna operación. Después, la mercancía vendida es transferida en los muelles de carga. Los precios que marca la lonja suelen ser una buena referencia para el sector.
Fuente: Heraldo.es