«Los problemas relacionados con la escasez de agua tenderán a incrementarse»
Francisco Cabezas Calvo-Rubio, director de la Fundación Instituto Euromediterráneo del Agua.
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En las últimas décadas, se observa una disminución de los recursos hídricos naturales que, debido al posible cambio climático o a una combinación de otras causas distintas, han reducido la disponibilidad de agua en algunos territorios. Es posible que esta tendencia continúe en el futuro inmediato, por lo que los problemas relacionados con la escasez de agua tenderán a incrementarse. Ello no debe conducir a conclusiones catastrofistas, pero sí advierte de la necesidad de extremar la vigilancia sobre los recursos hídricos, de disponer de mecanismos de adaptación y aplicarlos de forma progresiva para hacer frente a esta nueva realidad.
Y es que estos problemas no se resuelven de un día para otro y no hay recetas mágicas. Es necesario actuar con anticipación, adelantándose mediante instrumentos que ya existen y son conocidos desde hace tiempo, como la planificación hidrológica. Lamentablemente, estos son percibidos por amplios sectores no como una posible solución, sino como un nuevo problema y una nueva carga. Por ello, es necesario reconducir esta situación recomponiendo los excesos y desviaciones que se hayan podido producir. Mientras se disponen nuevas alternativas, a corto plazo, es necesario plantear un control estricto de las campañas, una priorización de objetivos y una disposición inmediata de los mecanismos ya existentes que pueden ser aplicados con rapidez para situaciones de urgencia, como son los intercambios, cesiones de derechos y sistemas integrados, de forma que, si no es posible atender debidamente los cultivos, al menos no se causen prejuicios irreparables al sector.
«Hay que tomar medidas para que, si no es posible atender debidamente los cultivos, al menos no se causen perjuicios irreparables al sector»
En cualquier caso, no hay una respuesta única y depende mucho de los territorios. Existen lugares donde, presionados por una escasez endémica, los sistemas han ido adaptándose desde hace tiempo y el margen existente de mejora es ya muy limitado. En otros lugares, quizá no tan presionados, puede haber aún posibilidades significativas. Cada territorio tiene circunstancias distintas, los problemas son diferentes y no siempre las soluciones válidas en unos lugares son trasladables a otros.
Pasa el tiempo y, por circunstancias distintas, no acaba de abordarse el problema con la radicalidad y rigor que exige por parte de las Administraciones. Es cierto que no es nada sencillo y que el cúmulo de intereses, prejuicios, compromisos políticos, lastres históricos y dificultades de todo tipo es tan grande que desanima a quien tiene que abordarlo y le puede conducir a fórmulas de compromiso y eslóganes simplistas y políticamente correctos. Esto puede permitir prolongar la situación durante un tiempo de manera más o menos airosa, pero no afronta la raíz del problema y no lo resolverá.
Un sector demonizado
Creo que la agricultura, en otros momentos considerada como una actividad fundamental para el desarrollo socioeconómico y el bienestar colectivo, no está siendo socialmente reconocida hoy en día con la importancia que merece, y hay incluso un cierto recelo por parte de algunos sectores, que la consideran una actividad potencialmente nociva para el medioambiente y una presión contraria al buen estado ecológico. Sin duda, ello puede ser cierto en determinadas circunstancias puntuales, pero el saldo global, no solo socioeconómico, sino ambiental en un sentido amplio, creo que es sin duda muy positivo.
Hay que pensar que las cosas pueden resolverse, pero es necesario actuar con convicción y perseverancia, y despojarse de los prejuicios a los que antes aludía. Los problemas pueden arreglarse o al menos paliarse, pero no lo harán por su curso natural, mansamente y sin esfuerzo.