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Y el nuevo Ministro es… Luis Planas

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La noticia acaba de ser publicada en el momento en el que escribo este post. Nuestro nuevo Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación es … Luis Planas. La verdad es que había apostado por su relevo, con una serie de argumentos muy racionales y, una vez más erre.

Argumentos no me faltaban: ha sido una legislatura que podríamos calificar en nuestro campo (nunca mejor dicho) como “la del Plan Estratégico”; la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea, que ciertamente no ha terminado, puede ya calificar de “exitosa”; tanto la crisis del COVID como las consecuencias de la guerra de  han tensionado la cadena alimentaria;  por si fuera poco, el Brexit y el cambio climático que está más que asomando sus orejas con la multiplicación de sequias, inundaciones, heladas y pedriscos…

A todo esto, hay que sumarle las tensiones políticas generales que estamos padeciendo y el deterioro del debate político con la proliferación de insultos, descalificaciones, “fakes” (una manera “moderna” de llamar a las mentiras de toda la vida), llegando incluso a agresiones a las personas o a las sedes de partidos políticos.

Argumentos no me faltaban. Desde el punto de vista personal era, para Luis Planas, un magnífico momento para retirarse. Había culminado con calma una larga carrera política que le ha llevado desde la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía (dos veces) a ser jefe de gabinete del Comisario europeo Pedro Solbes, a Representante permanente de España ante la Unión Europea a Embajador en Marruecos y, en su anterior última fase, Secretario general del Comité Económico y Social europeo. Personalmente, un nuevo mandato como Ministro le va a aportar poco, y sobre todo disgustos y sin sabores.

La legislatura que empieza va a ser difícil. Necesitaremos capitanes en los barcos con peso político y capacidad de dialogo. Luis Planas tiene las dos cosas.

Por un lado, es el “hombre que mató a Liberty Valance”, recogiendo el titulo de uno de los Westerns más clásico, el primero que llevó la contraria a Susana Díaz en su momento de mayor gloria, atreviéndose incluso a presentar su candidatura a Secretario General del Partido, con el éxito que se podía suponer en la época. Por otro, ha demostrado en sus múltiples cargos una gran capacidad de escucha y de dialogo.

Me consta que, en los partidos que conformaron la coalición en el periodo anterior, su política de nombramientos en el Ministerio no ha sido del gusto de todos. No ha dudado en mantener, e incluso ascender, a cargos y altos cargos que ya estaban allí con Miguel Arias e Isabel García Tejerina, incluso alguno personalmente alejado del ámbito de las izquierdas, guiado por criterios de competencia técnica y profesional.

Unas asignaturas pendientes

Ser Ministro de Cultura puede llegar a ser entretenido, aunque lo puedas pasar mal en una ceremonia de entrega de los Goya. Ser Ministro de Agricultura es harina de otro costal. 

La legislatura que comienza se anuncia con ambiciones. En su discurso de investidura, el hoy Presidente Sánchez anunció una ley de la Agricultura familiar y una prioridad importante para la política de aguas. Eché de menos, pero estaba presente en el acuerdo PSOE-SUMAR, una referencia a la España vaciada y al mundo rural, a la mejora de la calidad de vida y de los servicios para estos habitantes.

A todo ello, hay que sumarle la puesta en marcha del Plan Estratégico de la PAC 2023-2027; la negociación de la prolongación por unos años de la PAC actual y la negociación de la nueva PAC post-2030; la organización de la evaluación, con luz y taquígrafos, de la PAC actual; la negociación de las nuevas perspectivas financieras de la Unión 2027-2034 que, aunque no sean competencia directa de su Ministerio, son de una importancia capital para el campo.

Siguiendo con las sumas, hay que mencionar también las negociaciones dentro del gobierno con los Ministros de Hacienda, para el presupuesto, y de Medio Ambiente y Cambio climático para una transición agroecológica realista.

Y además, sumémosle los asuntos “habituales”, como la Peste Porcina Africana en las puertas del país, el COVID de las vacas, la lengua azul, las negociaciones pesqueras, los ataques a los camiones españoles en las carreteras francesas, o la erupción de los volcanes.

El futuro está por escribir. Le podrá gustar al sufrido lector el nuevo gobierno de coalición o no. Podrá apreciar positivamente el discurso del hoy Presidente (si ha tenido la paciencia de mirarlo) o el contenido de los distintos acuerdos firmados por el Partido Socialista, si les ha echado un vistazo, aunque sea rápido. Hoy no hablamos de programas o de políticas sino de personas, de su calidad humana y profesional.

Desde este punto de vista me ofrece garantía un Ministro como Luis Planas, buen conocedor del sector, de Europa y de sus pasillos, del Estado de las Autonomías, con talente de escucha y poco sectarismo.  Ahora solo toca, por nuestro propio interés, desearle suerte, ya que la va a necesitar.

Alimentación

Tomás García Azcárate: Y el nuevo Ministro es… Luis Planas

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Argumentos no me faltaban: ha sido una legislatura que podríamos calificar en nuestro campo (nunca mejor dicho) como “la del Plan Estratégico”; la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea, que ciertamente no ha terminado, puede ya calificar de “exitosa”; tanto la crisis del COVID como las consecuencias de la guerra de  han tensionado la cadena alimentaria;  por si fuera poco, el Brexit y el cambio climático que está más que asomando sus orejas con la multiplicación de sequias, inundaciones, heladas y pedriscos…

A todo esto, hay que sumarle las tensiones políticas generales que estamos padeciendo y el deterioro del debate político con la proliferación de insultos, descalificaciones, “fakes” (una manera “moderna” de llamar a las mentiras de toda la vida), llegando incluso a agresiones a las personas o a las sedes de partidos políticos.

Argumentos no me faltaban. Desde el punto de vista personal era, para Luis Planas, un magnífico momento para retirarse. Había culminado con calma una larga carrera política que le ha llevado desde la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía (dos veces) a ser jefe de gabinete del Comisario europeo Pedro Solbes, a Representante permanente de España ante la Unión Europea a Embajador en Marruecos y, en su anterior última fase, Secretario general del Comité Económico y Social europeo. Personalmente, un nuevo mandato como Ministro le va a aportar poco, y sobre todo disgustos y sin sabores.

La legislatura que empieza va a ser difícil. Necesitaremos capitanes en los barcos con peso político y capacidad de dialogo. Luis Planas tiene las dos cosas.

Por un lado, es el “hombre que mató a Liberty Valance”, recogiendo el titulo de uno de los Westerns más clásico, el primero que llevó la contraria a Susana Díaz en su momento de mayor gloria, atreviéndose incluso a presentar su candidatura a Secretario General del Partido, con el éxito que se podía suponer en la época. Por otro, ha demostrado en sus múltiples cargos una gran capacidad de escucha y de dialogo.

Me consta que, en los partidos que conformaron la coalición en el periodo anterior, su política de nombramientos en el Ministerio no ha sido del gusto de todos. No ha dudado en mantener, e incluso ascender, a cargos y altos cargos que ya estaban allí con Miguel Arias e Isabel García Tejerina, incluso alguno personalmente alejado del ámbito de las izquierdas, guiado por criterios de competencia técnica y profesional.

Unas asignaturas pendientes

Ser Ministro de Cultura puede llegar a ser entretenido, aunque lo puedas pasar mal en una ceremonia de entrega de los Goya. Ser Ministro de Agricultura es harina de otro costal. 

La legislatura que comienza se anuncia con ambiciones. En su discurso de investidura, el hoy Presidente Sánchez anunció una ley de la Agricultura familiar y una prioridad importante para la política de aguas. Eché de menos, pero estaba presente en el acuerdo PSOE-SUMAR, una referencia a la España vaciada y al mundo rural, a la mejora de la calidad de vida y de los servicios para estos habitantes.

A todo ello, hay que sumarle la puesta en marcha del Plan Estratégico de la PAC 2023-2027; la negociación de la prolongación por unos años de la PAC actual y la negociación de la nueva PAC post-2030; la organización de la evaluación, con luz y taquígrafos, de la PAC actual; la negociación de las nuevas perspectivas financieras de la Unión 2027-2034 que, aunque no sean competencia directa de su Ministerio, son de una importancia capital para el campo.

Siguiendo con las sumas, hay que mencionar también las negociaciones dentro del gobierno con los Ministros de Hacienda, para el presupuesto, y de Medio Ambiente y Cambio climático para una transición agroecológica realista.

Y además, sumémosle los asuntos “habituales”, como la Peste Porcina Africana en las puertas del país, el COVID de las vacas, la lengua azul, las negociaciones pesqueras, los ataques a los camiones españoles en las carreteras francesas, o la erupción de los volcanes.

El futuro está por escribir. Le podrá gustar al sufrido lector el nuevo gobierno de coalición o no. Podrá apreciar positivamente el discurso del hoy Presidente (si ha tenido la paciencia de mirarlo) o el contenido de los distintos acuerdos firmados por el Partido Socialista, si les ha echado un vistazo, aunque sea rápido. Hoy no hablamos de programas o de políticas sino de personas, de su calidad humana y profesional.

Desde este punto de vista me ofrece garantía un Ministro como Luis Planas, buen conocedor del sector, de Europa y de sus pasillos, del Estado de las Autonomías, con talente de escucha y poco sectarismo.  Ahora solo toca, por nuestro propio interés, desearle suerte, ya que la va a necesitar.

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