Negras nubes en el horizonte europeo para las frutas y hortalizas
En dos artículos anteriores, me he ocupado en comentar el resultado de las últimas elecciones europeas, el primero titulado “Después de estas elecciones europeas: siete reflexiones para el campo y el medio rural[1]”, siete razones que eran ocho y el segundo, Lo que podemos esperar después de las elecciones europeas[2]. Quisiera terminar este ciclo de análisis con otro artículo dedicado a nuestro sector, las frutas y hortalizas.Pero empecemos por el principio. ¿Cuáles son los retos europeos del sector en estos próximos años? Luego anticiparemos nuestras ideas sobre su devenir.
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Principales retos europeos para el sector
El primero, y si tuviera que quedarme con uno sería el único, es garantizar la libre circulación de mercancías. España exporta (principalmente a los restantes Estados de la Unión) la mitad de su producción agropecuaria, en promedio. Para determinados productos y periodos, como las hortalizas de invierno, este porcentaje puede llegar al 80%. Estamos en una punta de nuestro principal mercado, prácticamente todo sale en camiones y pasa por las carreteras y puestos fronterizos franceses.
El segundo es que debemos conseguir una normativa europeo que proteja a nuestro sector de las plagas y enfermedades que nos pueden traer los productos importados. Bien saben los productores españoles de naranjas que esto es una necesidad pero que no es nada fácil.
El tercero, y ya el orden no importa tanto, es avanzar en la armonización de las reglas europeas. FEPEX ha propuesto que las autorizaciones de nuevos fitosanitarios se realicen de manera zonal, no por Estado miembro[3].
El cuarto es avanzar en el largo, y sinuoso camino de las “clausulas espejo”, otra reivindicación de FEPEX y del conjunto de los representantes de los agricultores y ganaderos españoles. Ya desarrollé en otro artículo la complejidad del tema[4], pero esto no es óbice para no intentar avanzar paso a paso en este camino.
El quinto tema es armonizar el control fitosanitario de las importaciones. Actualmente es responsabilidad exclusiva de los Estados miembros. En mi vida anterior, conseguí incorporar al reglamento europeo la constitución de un cuerpo comunitario de controladores europeos, pero la oposición pasiva de todos los países (incluido España) me impidió desarrollar esta iniciativa.
El sexto es el creciente problema de falta de mano de obra en el sector, como en otros por cierto como la construcción o el transporte por carretera. La emigración forma parte a veces del problema pero sobre todo forma parte de la solución.
El séptimo factor es el desequilibrio de poder en la cadena alimentaria. Tenemos en España una ley de la cadena, tenemos en Europa una Directiva relativa a las prácticas comerciales desleales en las relaciones entre empresas en la cadena de suministro agrícola y alimentario. Pero hay que echarle a todo esto una nueva mirada con, entre otros, las centrales de compra europeas
El octavo es avanzar en una mayor coherencia entre las políticas agrarias, comerciales y medioambientales europeas. En otras palabras, acercar las exigencias que se imponen a los productos europeos y las que deben cumplir los productos importados y que las nuevas normas medioambientales sean, en los plazos que se fijen, exigentes cierto pero también realistas y basadas en el mejor conocimiento científico.
Para terminar esta enumeración, no puede faltar el conseguir un presupuesto para la PAC suficiente. Si consideramos que es mejor, y más eficaz, convencer que imponer, hace falta un presupuesto suficiente para financiar la transición agroecológica de la agricultura europea, su adaptación al, y su contribución a la mitigación del, cambio climático.
Un futuro incierto
Para esto necesitamos más Europa y una Europa más fuerte pero también más próximas a sus ciudadanos. Hacer prevalecer el interés europeo global, frente a los egoísmos nacionales, es la única manera de conseguir que los países consumidores se hagan cargo de la necesidad de amarar a la producción europea y acepten perder competencias nacionales para hacer cosas juntos de una manera más eficiente.
Desgraciadamente el resultado de las elecciones europeas no me hace ser optimista. Hoy estamos peor en este camino que antes. Mi pesimismo se trasforma en rabia, no v-con los electores sino con la manera en que los partidos políticos han encaminado la campaña electoral.
Los electores, como los clientes, siempre tienen razón. No se equivocan, es una de las reglas de oro de las democracias. Pero para que ello ocurra, deben estar informados de las consecuencias de su voto.
En esta campaña se ha hablado de todo, menos de los problemas reales y de cómo Europa podía contribuir a resolverlos. En nuestro terreno, hay que agradecer a la coalición “Por otra PAC”, a Cooperativas Agroalimentarias de España y ASAJA, el haber organizado debates entre los candidatos centrados sobre sus propuestas para el campo y el medio rural. Al menos lo intentaron aunque no todos los intervinientes se ciñeron al guion previsto.
Pero no lo conseguimos. En esta campaña los votantes escogieron su papeleta en base a sentimientos (de hartura o de nacionalismo), a su acuerdo o desacuerdo con la ley de amnistía, a lo que está pasando en Gaza y a si nos gusta o disgusta Begonia. Muchos decidieron quedarse en casa.
Entre todas la mataron y ella sola se murió. La subida del extremismo y del radicalismo, de la “Europa de las naciones” frente a la “Europa de los ciudadanos”, es por todas las razones antes expuestas una mala noticia para todos pero entre los más afectados estarán para los productores españoles de frutas y hortalizas.
[1]https://www.elnacional.cat/oneconomia/es/opinion/despues-estas-elecciones-europeas-siete-reflexiones-campo-medio-rural-tomas-garcia-azcarate_1232289_102.html
[3] https://www.fepex.es/comunicacion/notas-prensa
[4] https://www.plataformatierra.es/comunidad/las-pildoras-de-la-pac/el-complejo-tema-de-las-clausulas-espejo
