¿La guía electrónica de campo, parte del problema o de la solución?
La semana pasada tuve el placer de participar en un intercambio de opinión, organizado por Cajamar, con los consejos rectores de dos de las mejores cooperativas del sector TROPS y UNICA.
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También estuvo presente David Del Pino, que centró su apasionante intervención en la innovación en la empresa agro, y a mí me toco abordar el cómo relacionarse con las distintas administraciones.
Me gustó mucho preparar la charla porque me permitió transmitir cómo se sienten los funcionarios de las distintas administraciones cuando les van a ver los representantes del sector, algo así como hablar del otro lado del espejo, cómo hay que actuar y, sobre todo, cómo no hay que comportarse para tener un mínimo de credibilidad.
Pero sobre esto habrá ocasión de hablar en otro momento. Lo que quiero destacar hoy es la muy interesante discusión que se generó entre los participantes sobre algunos temas como la futura exigencia de un cuaderno electrónico de campo. Digo que se generó entre los participantes, porque yo acabé siendo un facilitador, las dudas viniendo de una parte de la audiencia y las respuestas también.
No sin razón, los participantes más escépticos destacaron la carga administrativa adicional que representaría la puesta al día sistemática de la guía, sobre todo para los agricultores familiares, que se vendría a sumar a otras muchas ya obligaciones a las que están sometidos, como las guías que deben acompañar al producto en el camión.
Desde el punto de vista de la Administración, el interés de la guía electrónica es obvio. La Política Agraria Común, y mucho más aún la nueva PAC que viene, tiene también objetivos medioambientales que se declinan a través de las Buenas Condiciones Agrarias y Medioambientales (BCAM), los ecoesquemas y las medidas agroambientales. La guía electrónica facilitaría mucho toda la gestión y el control de las correspondientes ayudas.
Pero lo más interesante para mí fue lo que respondieron varios participantes. De las guías de transporte, explicaron que desde su cooperativa las habían pre-rellenado y que su implantación había contribuido a una clara disminución de los robos en el campo. De las guías electrónicas, otros (y a veces los mismos) habían subrayado que era una herramienta de control interno del uso de los productos que ya habían implantado para asegurar a sus clientes el respeto de los compromisos de calidad asumidos.
A mí la discusión, con el correspondiente desfase de muchos años, me recordó las discusiones sobre la utilidad o la necesidad de disponer de una contabilidad en la explotación. Hace unos años, cuando cursé el ADECA en el Instituto San Telmo, dedicamos una sesión y varios estudios de caso a la necesidad imperiosa de disponer de una cuadro de mando en la empresa para saber lo que pasa y anticipar los problemas cuando están empezando.
Para mí, la guía electrónica de campo es hoy tan necesaria como lo es la contabilidad analítica y financiera, y el cuadro de mando de la empresa.