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Una semilla puede mejorar la rentabilidad de toda la cadena. YUKSEL SEED

Fabio Andrés Coullet, Global Product Management Lead de Yuksel Seed

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Si algo podemos tener en común las empresas de semillas, es el tiempo y dedicación que destinamos a cada variedad que comercializamos. Pero en el caso de Yuksel Seeds, con la inversión en I+D, vamos más allá, siendo nuestra matriz la empresa del sector de las semillas con mayor inversión en I+D de Turquía. Con el objetivo de obtener las mejores variedades, debemos saber leer las demandas del mercado y aportar soluciones con la introducción de nuevos productos o mejoras en los segmentos ya existentes para conseguir la rentabilidad máxima en cada eslabón de la cadena comercializadora.

Algo tan pequeño como una semilla puede mejorar la rentabilidad de toda la cadena de valor, desde el agricultor al consumidor final, aportando un mejor comportamiento frente a plagas y enfermedades, mayores rendimientos, una menor necesidad de mano de obra, vida postcosecha… Y, a partir de ahí, podemos ir incluso un paso más allá, creando una gama más amplia que se adapte a cada zona y ciclo de producción.
Teniendo todo esto en cuenta, debo decir que, para seguir aportando valor, hay que conocer mucho más la cadena y a todos y cada uno de sus eslabones, evaluando en cuál podemos aportar más para mejorar su eficiencia y rendimiento. A veces, es necesario encontrar nuevos sabores, otras, completar un segmento, dar respuesta a una nueva tendencia del mercado o adaptarse a un nuevo envasado.

Por ejemplo, ciertos envases requieren de un mayor trabajo sobre el calibre del fruto, su conservación o durabilidad, y no solo en tomate, sino también en berenjena, pepino -cultivo en el que somos líderes a nivel mundial-, pimiento… Asimismo, movimientos sostenibles como la reducción del plástico o la lucha contra el desperdicio alimentario son algunas cuestiones sobre las que trabajamos para ofrecer la mejor solución al mercado.

La importancia de saber diferenciar
Para Yuksel Seeds, lo más importante es esforzarse a diario para conseguir variedades que se adapten mejor al cultivo bajo invernadero o aire libre, dando así cumplimiento a tres objetivos básicos: el sabor, la diferenciación y la productividad. Pero en muchas ocasiones, esto no es suficiente, hay que crear marcas que sean reconocidas por toda la cadena de valor, como por ejemplo nuestros tomates Cassarosa. Se trata de variedades de asurcados de color rosa, carne firme y excelente conservación, que aportan un aspecto único que permite diferenciarlas de forma sencilla y un sabor sin igual que el consumidor recordará sin lugar a dudas.

Y es que, al consumidor no se le puede engañar, si un tomate sabe bien y tiene una buena conservación, repetirá su compra independientemente del precio. Hay muchos segmentos de mercado y cada variedad cumple unas necesidades específicas, pero lo importante es trabajar para saber diferenciarlos, y para eso debemos contar con el marketing.

Seguir creciendo
El sabor es una de las principales líneas de innovación por las que apuesta Yuksel, como bien refleja su eslogan, ‘Especialistas en sabor’, y demuestran sus propias variedades de tomate, pimiento y otros productos.  Otro de los factores determinantes actualmente son las texturas y calibres.

Al final, el trabajo de investigación que desarrollamos en los más de 75 países en los que estamos presentes nos permite adaptarnos a nuevos mercados y usos de los distintos productos que trabajamos.

«Debemos leer las demandas del mercado y aportar soluciones para conseguir la rentabilidad»

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