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La trazabilidad como elemento diferenciador. COOP SAN ISIDRO

La Cooperativa San Isidro de Loja vive un momento dulce. Ha duplicado en tres años su producción y la demanda de sus espárragos no deja de aumentar. La apuesta por la calidad, clave de este crecimiento.

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Uno de los productos que más ha crecido en los últimos años ha sido el espárrago verde, favorecido por el empuje de los mercados europeos. De ello han sabido aprovecharse las empresas dedicadas a esta hortaliza, cuyas cualidades y beneficios para la salud no son nuevas para los consumidores más exigentes. “El espárrago verde se ha consumido desde siempre en Europa”, comenta Germán Rodríguez, comercial de la Cooperativa San Isidro de Loja. Una entidad que en solo tres años ha logrado duplicar su producción y la superficie cultivada, que ya se sitúa en 400 hectáreas, y hay un proyecto de ampliación para la próxima temporada. Además, “más de 200 personas trabajan de manera directa en nuestra fabrica en plena campaña, sin contar a los agricultores. Se trata de un cultivo muy social del que depende la zona”, afirma el gerente de la cooperativa, José Luis Espejo.

Esta ‘época dorada’ del espárrago verde no responde a la casualidad. Y es que se trata de un producto que antes era de temporada y ahora puede encontrarse en el mercado durante todo el año debido a las importaciones procedentes de Sudamérica, lo cual ha creado un hábito de consumo. “No obstante, el espárrago español está mucho mejor valorado en los mercados”, apunta Germán Rodríguez.

Variedades y trazabilidad

Aunque el abanico de variedades de espárrago no deja de crecer, la F1 Grande continúa siendo la predominante en las plantaciones de San Isidro. Según Espejo, “aporta calibre al producto y fuera de España es lo que se valora”. De hecho, el 90% de la producción de la cooperativa se exporta, principalmente a Europa, con Alemania y Suiza a la cabeza, “aunque países nórdicos como Noruega y Dinamarca consumen cada vez más”.

Otro de los aspectos que diferencian al modelo productivo de esta empresa lojeña es su apuesta por la trazabilidad. En este sentido, se hace un seguimiento a la producción desde el periodo de recolección hasta que se comercializa, incluyendo la manipulación en el almacén de cada manojo, los planes de abonado y de control de plagas, e incluso la personalización instantánea de los envases para cada cliente. “Intentamos ofrecer un valor añadido”, apostilla el gerente de la firma.

 

JUAN HERRERA

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