La diferenciación es el único camino. CONSUAY
Competir en costes con la cebolla holandesa puede llevar al sector nacional a un dique seco, según Consuay, que aboga por la diferenciación y la búsqueda de mercados dispuestos a pagar por ese valor añadido.
Comparte
Tras el boom de la gran distribución como único canal de venta durante los meses más duros del confinamiento, lo cierto es que, poco a poco, la situación ha vuelto a la normalidad en los mercados y también en el sector productor de cebolla nacional. “En la pasada campaña, perdimos un porcentaje de ventas de exportación por el cierre del Horeca”, recuerda José Manuel Cervera, director de ventas de Consuay, que destina en torno a un 20% de su producción a este canal.
Con la nueva campaña en marcha, lamenta el “desánimo” generalizado en el sector, preocupado por el medio gas al que aún funcionan bares y restaurantes. En su caso, destinan la mayor parte de su producción a los supermercados, sin embargo, reconoce que hay bastantes agricultores que, ante la incertidumbre en los mercados, “han optado por buscar calibres más pequeños, que son más fácilmente comercializables”. Pero esto será algo coyuntural: “A la larga, el sector seguirá buscando calibres grandes, que ofrecen mayores rendimientos”.
Y es que no se pueden pasar por alto las dificultades que afronta la cebolla nacional para competir con orígenes como Holanda. “Nuestro producto tiene la ventaja de la calidad y el inconveniente de la logística, ya que realizar cualquier envío desde Holanda resulta más barato que desde España”, comenta. Para Cervera, esta es la mayor desventaja de la cebolla española con respecto a la holandesa, pero no la única: “Tienen menores costes de producción, por ejemplo, en agua de riego”.
«En la pasada campaña, perdimos un porcentaje de ventas de exportación por el cierre del Horeca»
Para contrarrestar esta situación, Cervera tiene clara la única vía posible: “Seguir trabajando en la diferenciación y buscar mercados dispuestos a pagar por un producto de valor añadido”. Y, en este sentido, apunta a África, continente que importa gran cantidad de cebolla holandesa y que, a medida que algunos de sus países vayan despegando económicamente, “buscarán un producto de mayor calidad”.
Paralelamente, el sector español debe seguir trabajando por reducir sus costes a través de la mecanización y automatización de procesos, tanto en campo como en almacén. “Hace tres años instalamos una línea de envasado de sacos de forma automática”, y continuarán mecanizando todos los procesos posibles.
Sostenibles
En el campo, trabajan para minimizar el uso de tratamientos sin comprometer la viabilidad de sus cultivos, acercándose cada vez más al residuo 0. En el almacén, apuestan por el autoconsumo energético y, de hecho, hace dos años instalaron placas fotovoltaicas que prevén ampliar. Además, siguen reduciendo el gramaje de sus paquetes de cebolla para disminuir el uso de plástico.
La amenaza del daño interno
“Es un problema tremendo que desanima a hora de producir en España”, lamenta Cervera, quien insiste en el desconocimiento de su origen y también en la urgencia para solucionar esta problemática.