«Tomates contra pescados», titula el influyente diario L’Economiste, que añade que «Rabat retrasa la puesta en marcha del acuerdo de pesca», poniendo negro sobre blanco lo que ya todo el mundo comentaba en Rabat.
El pasado 23 de abril, en la inauguración de un foro agrícola en la ciudad de Meknés, el ministro marroquí de Agricultura y Pesca, Aziz Ajanuch, y su (entonces) homólogo español, Miguel Arias Cañete, negaron que los dos asuntos estuvieran vinculados, pero en el público todos sonrieron con escepticismo y leyeron las declaraciones como «políticamente correctas».
Los propios exportadores marroquíes de frutas y hortalizas, que han puesto el grito en el cielo por las nuevas condiciones de entrada de sus productos en el mercado europeo, entienden que el problema ya ha traspasado los límites del sector. «Es un problema político, estamos tocando a la dignidad de un país —dijo Munir Omar, portavoz de la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas, APEFEL—; ahora todo está de nuevo sobre la mesa».
Según los cálculos del Gobierno marroquí, la entrada en vigor de las nuevas medidas agrícolas (que no será hasta octubre) supondrá la pérdida de 30.000 empleos y una pérdida de 130.000 toneladas que no podrán ser exportadas, cifra que la asociación gremial aumenta hasta las 150.000 toneladas. Munir recuerda que la interconexión no es solo entre pescado y hortalizas, sino también entre Marruecos y España: «¿De dónde cree que los agricultores marroquíes compramos los abonos, plaguicidas, plásticos de invernadero y todos los insumos? De España, por lo que también en España hay quien está perdiendo por estas nuevas condiciones».
Sin embargo, han sido las organizaciones agrarias españolas las que tradicionalmente más se han quejado de los «abusos» con que Marruecos supuestamente interpretaba el acuerdo agrícola para jugar con las fechas y los contingentes e «inundar» el mercado europeo con tomate a precio muy bajo.
La nueva normativa comunitaria, que va a obligar al tomate marroquí a ceñirse al contingente a precio preferencial o a precios regulados por la Organización Mundial del Comercio, se ha establecido precisamente para tratar de imponer criterios más claros y menos interpretables.
Los analistas creen ahora que Marruecos ha jugado muy fuerte y quiere obligar a la Comisión Europea a volver sobre sus propias decisiones en la cuestión agrícola, antes de que el texto llegue al Europarlamento, algo que parece improbable.
Mientras tanto, el centenar de pesqueros españoles espera amarrado en puerto a que se resuelva el nuevo embrollo agrícola. Llevan dos años y cuatro meses en el dique seco.
Fuente: hortoinfo.es / Freshplaza