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Las malas prácticas agrícolas destacan entre las causas de los incendios forestales

Entre las numerosas causas que originan los incendios forestales destacan las malas prácticas en actividades agrícolas como la quema de rastrojos o el uso de maquinaria, por lo que la Guardia Civil llama a extremar las precauciones.

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Casi 200.000 hectáreas forestales han ardido en lo que va de 2022, con un número récord de 43 grandes incendios, según los últimos datos oficiales.
Ante la gravedad de los hechos, el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) recuerda que el factor humano está detrás de un 80 % de los delitos esclarecidos sobre incendios forestales.
Su portavoz, Paloma Orive, explica a Efeagro que un 55 % de esos sucesos se debe a causas negligentes o accidentales, mientras que el 25 % son intencionados.

«Las causas accidentales están relacionadas con la quema de rastrojos, residuos agrícolas o forestales, vertederos de residuos sólidos o el lanzamiento de artificios pirotécnicos, a pesar de que se hayan adoptado medidas de prevención», apunta.

Distintos son los incendios por negligencia, que tienen su origen en descuidos en el monte o en zonas colindantes cuando no se toman las medidas preventivas necesarias.

Orive cita, en este segundo grupo, el uso de maquinaria susceptible de originar una chispa en horas o días no permitidos, las podas incontroladas y el empleo de productos acelerantes como el gasóleo.

También es un riesgo dejar el coche en un terreno no habilitado o allí donde el pasto esté seco porque este puede prender cuando los bajos del vehículo se calienten, alcanzando temperaturas de hasta 300 grados centígrados.

La destrucción del monte

A veces, incluso, los intentos de reforestación acaban en tragedia. Sucedió el pasado julio en el incendio de Ateca (Zaragoza), donde más de 10.000 hectáreas de monte fueron calcinadas.

El Seprona obtuvo indicios de que el ahoyador de una máquina golpeó contra una piedra, una posible imprudencia grave de la persona que manejaba los mandos y de las empresas que supervisaban los trabajos de reforestación.

Esos casos «tienen que ver con factores ambientales, con las altas temperaturas, el grado de humedad o la velocidad del viento, que hacen que se favorezca el incendio», asegura Orive.

La Guardia Civil detuvo en 2021 a más de 300 personas por la supuesta comisión de incendios forestales y esta temporada ha seguido investigando nuevos sucesos relacionados con malas prácticas agrícolas.

En Navafría (Segovia), por ejemplo, el fuego que arrasó casi 900 hectáreas el pasado julio se inició supuestamente de manera accidental, por la fricción de alguna pieza o la deflagración en un vehículo que transitaba por un camino llevando un paquete de hierba seca para el ganado.

En Palencia, se investigó a dos personas ese mismo mes por presuntas imprudencias graves en la realización de labores agrícolas con maquinaria a menos de 400 metros del monte, incumpliendo así las medidas de prevención fijadas en época de alto riesgo.

Otro incendio quemó más de 3.000 hectáreas en Sabinares del Arlanza (Burgos), donde la Guardia Civil detuvo por negligencia grave al conductor de una cosechadora que presuntamente la había empleado en su finca de cereal fuera del horario permitido.

Dos fuegos dañaron 257 hectáreas de cereal, pacas de paja y terreno forestal, y 20 hectáreas de encinas, alcornoques y chaparros en la provincia de Badajoz, debido a la supuesta negligencia de los responsables de una cosechadora y un tractor que no adoptaron las medidas preventivas necesarias.

Un hombre de 82 años de edad fue investigado por imprudencia después de que la Guardia Civil hallara indicios del inicio del fuego por el contacto de la vegetación seca con los bajos de un turismo en una parcela con mucho pasto en Valdeavellano de Tera (Soria), donde ardieron en julio 4,3 hectáreas de pasto, matorral y roble, según la relación de los últimos casos publicados por el Seprona.

Consejos de prevención

En cuanto a la prevención, la portavoz del Seprona destaca que hace falta solicitar la autorización para la quema de rastrojos y adoptar todas las medidas de prevención posibles, como no realizarlas en días de viento o sequía acusada.

Así como es importante vigilar las quemas y no abandonar el lugar hasta no asegurarse de que están totalmente apagadas, también lo es hacer la limpieza de los bosques con autorización y en los periodos permitidos, «extremando los cuidados en el empleo de maquinaria», según Orive.

En época de riesgo hay que abstenerse de utilizar motosierras, desbrozadoras, soldadores, radiales y otras herramientas que pueden provocar chispas en el campo.

Evitar las hogueras, recoger la basura de las acampadas y mantener limpios los caminos y las carreteras, al igual que los tejados y las chimeneas de las casas rurales, son otros aspectos que deben tenerse en cuenta.

«Una chispa provoca un incendio y sus consecuencias son devastadoras para la biodiversidad, los montes y los bosques. Así se produce una fuerte desertificación y las emisiones de los incendios contribuyen al cambio climático. Está en nuestras manos evitar las causas accidentales y negligentes», afirma la representante del Seprona.

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