Aunque suave en las formas, Santiago Rodríguez no se corta nada en el fondo a la hora de defender su subsector y criticar a los agricultores canarios que presentan a los plataneros como unos privilegiados de los Gobiernos y de los fondos de la UE. «Cuando escucho eso me indigno. No solo no es verdad, sino que me pregunto qué han estado haciendo los que dicen tener argumentos poderosos para demostrarlo. En realidad, es muy difícil subsistir del plátano y ni siquiera me atrevo a pedirle a mis hijos que continúen con lo que hace su padre». Más claro, ni el agua con la que riega sus fincas.
¿Preocupado con los posibles acuerdos de la UE con países productores americanos o, más bien, muy preocupado?
Muy preocupado. Tras el acuerdo de Colombia y Perú, nos tememos lo peor. Si se pagan 75 euros por tonelada, no sabemos qué ocurrirá exactamente, pero no será nada bueno para Canarias.
¿No se puede hacer nada para evitarlo?
Lo intentaremos frenar, pero es muy complicado. Por lo que estoy viendo, creo que los canarios somos la moneda de cambio de esas negociaciones.
¿Supondrá un punto de inflexión para el plátano canario?
No sabemos muy bien las consecuencias en el mercado, pues aún no se ha dado, pero sí es seguro que será malo para todos pues no podemos producir ni competir contra esos precios. Con esto no cabe la ambigüedad si realmente se apuesta por lo nuestro. O se apuesta de verdad o se abandona todo de forma absoluta.
¿Qué piensa de los que dicen que los plataneros son los agricultores mimados por los Gobiernos y la UE?
Eso es un tópico que me cabrea mucho, me indigna. Cada vez vendemos los plátanos a menor precio. Las subvenciones que recibimos son las que merecemos porque así lo hemos justificado y demostrado. En esto, nadie regala nada si no se explica y argumenta bien.
Los viticultores de Tenerife, por ejemplo, siempre se han quejado de representar el 35% de la superficie cultivada, por el 12% del plátano, y, sin embargo, recibir mucho menos dinero europeo.
En ese caso, yo me pregunto dónde han estado los representantes del sector de la viña en todo este tiempo. Si tienen un argumento tan fuerte, o se han dormido en los laureles o dónde han estado.
¿Se han sentido despreciados?
Yo me he sentido insultado. Me molestan mucho esas actitudes.
¿Qué logros destaca de sus dos años como presidente de Asprocan?
Sobre todo, haber logrado la unión del subsector, pues llegamos a estar un poco divididos y con desavenencias. También creo importante haber obtenido la huella de carbono o el reconocimiento como indicación geográfica protegida para el plátano canario.
¿Alguna frustración o fracaso en este tiempo?
La verdad es que, pensándolo bien, no. De momento, es poco tiempo, pero no veo ni siento ningún fracaso.
¿Se difunde bien fuera la calidad del plátano canario o se ha fallado mucho en eso y se siguen pagando las consecuencias?
Nuestro mercado, básicamente, es el peninsular, donde tenemos un 70% de cuota y un 75 de valor. Ahí hemos hecho unas buenas campañas de promoción, pero, para ello, los plataneros hemos tenido que poner de nuestros bolsillos unas elevadas cantidades económicas. No tenemos más margen para hacer lo mismo en otros mercados. En Canarias, por supuesto, alcanzamos el 100%, pero ni siquiera descarto que, algún día, llegue aquí también la banana.
Más allá del plátano, ¿ve futuro en la agricultura canaria?
Lo veo si se cumplen lo que se ha prometido a otros subsectores. Pero se ha de tener claro que, quitándonos a nosotros, los demás no van a mejorar. Los compromisos están para cumplirse y, por eso, me solidarizo con aquellos a los que no se les han dado las ayudas del Estado prometidas. La competencia exterior es cada vez más fuerte y entran demasiados productos sin garantías ni exigencias legales, las condiciones laborales y trabas que tenemos aquí.
Aunque se están recuperando extensiones de plataneras en zonas como El Rincón, en el Valle de La Orotava, ¿qué le diría a un joven emprendedor que desea comenzar en este subsector?
La verdad es que resulta difícil empezar de cero ahora. No tengo muchos argumentos convincentes que darle a un joven que apueste por esto. De hecho, resulta difícil sobrevivir. Ni siquiera le puedo pedir a mis hijos que sigan mi camino, pues ellos mismos se dan cuenta de los sacrificios actuales.
Fuente: Eldia.es / Freshplaza