El prisma de sostenibilidad de la sanidad vegetal
Durante los 366 días de 2020 se ha intentado concienciar a la población mundial de que protegiendo a las plantas y a los cultivos de los que nos alimentamos de las plagas, garantizamos la lucha continua contra el hambre y la pobreza, el desarrollo de la economía de los países y la protección del medio ambiente.
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- Así lo estableció la FAO en el “Año Internacional de la Sanidad Vegetal”. Para unas cosechas de calidad y para evitar mermas de hasta en un 40%, los agricultores reclaman herramientas necesarias de protección de cultivos, para las que la inversión en I+D de las compañías sigue creciendo en varios frentes hacia un enfoque integral.
En estos tiempos, se revelan de modo más real que nunca los estragos de las amenazas para la salud humana. La expansión de plagas devastadoras en plantas y cultivos, que conforman el 80% de nuestros alimentos y pueden reducir hasta un 40% de la producción, son responsables de pérdidas comerciales en productos agrícolas que pueden estar por encima de los 196.000 millones de euros al año, según calcula la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El “dragón amarillo” puede poner en jaque al potente segmento productor de cítricos en España. Naranjas deformadas y hojas amarillentas son las consecuencias de esta plaga, también llamada “Huanglongbing”, provocada por una bacteria que no cesa hasta producir el declive del cultivo. En los Estados Unidos, ha descendido ya hasta un 72% la producción de las naranjas por este motivo.
Los insectos son los culpables de una merma cercana al 50% de rendimientos de los cultivos africanos, al hilo de los cálculos por una entidad intergubernamental sin ánimo de lucro como es el Centro para la Agricultura y Biociencias Internacional (CABI). El “gusano soldado o cogollero” americano viene devastando las cosechas de maíz en África, en más de 20 países, y en Asia, con China a la cabeza.
Las fronteras son más permeables por los vasos comunicantes trazados por la globalización económica. Que contar con las huellas anómalas del coronavirus aún en la piel de nuestra vida diaria. El valor de las transacciones de productos agrícolas se ha multiplicado por tres en los últimos diez años, sobre todo en países emergentes y en desarrollo.
En juego, aire y alimentos: nuestro sustento
Son algunos ejemplos de consecuencias extremas de plagas, que de no controlarse ponen en riesgo sobre lo que Naciones Unidas pretende concienciar globalmente al proclamar el año 2020 como el “Año Internacional de la Sanidad Vegetal”, vía eventos y actividades múltiples. La salud de las plantas está en juego y por tanto, el aire y la comida que necesitamos para vivir, esto es, el entorno natural y la seguridad alimentaria.
Protegiendo la sanidad vegetal se hace lo mismo con el medio ambiente, limar taxativamente las lacras del hambre y la pobreza e impulsar el desarrollo económico, así como resaltar la importancia de las organizaciones fitosanitarias internacionales, regionales y nacionales, según la FAO.
Su plan funciona a modo de palanca para difundir el prisma beneficioso de la sanidad vegetal para la sostenibilidad del planeta. La propia Organización de Naciones Unidas sostiene que la producción agrícola debe aumentar en un 60% de cara al año 2050 para alimentar a una población creciente , y generalmente más pudiente en países que ya habrán emergido económicamente por entonces, según sus estimaciones.
ALAS para las prácticas sostenibles
Con motivo de la celebración, la FAO ha empezado a movilizar al sector público y privado, a científicos, organizaciones de la ciudadanía y a la opinión pública en varias direcciones. Entre ellas, las de “trabajar juntos en la protección de las plantas del mundo contra la dispersión de plagas devastadoras y promover prácticas responsables que reduzcan su dispersión de plagas”.
Los agricultores son los primeros interesados en proteger la cantidad y la calidad de sus cosechas . Les va la sostenibilidad de su negocio, pero también la finalidad que se les ha asignado: proveer de alimentos seguros y saludables, como en la Unión Europea, que les impone los más exigentes estándares de producción del mundo, además de asequibles al bolsillo. Pero su sostenibilidad se pelea en varias canchas de juego, en la “España Vaciada” y en la protección de la biodiversidad.
Por eso, la Alianza por una Agricultura Sostenible (ALAS), que representa a decenas de miles de agricultores, ganaderos, cooperativistas, empresarios y exportadores del sector agrícola de España, defiende un modelo de producción agraria sostenible, económica, social y medioambientalmente.
Compuesta por las organizaciones agrarias ASAJA y UPA, Cooperativas Agro-alimentarias de España, la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas Vivas (FEPEX) y la Asociación Española de Agricultura de Conservación Suelos Vivos (AEAC.SV), asume que el uso limitante de insumos agrícolas, como la sanidad vegetal, supondría el descenso de productividad agrícola, un perjuicio para afrontar dos grandes desafíos: alimentar a una población mundial creciendo exponencialmente y los factores limitantes de recursos naturales, como agua y suelo cultivable.
España, con una agricultura muy heterogénea, es la octava potencia agroalimentaria del mundo y la cuarta de la Unión Europea (UE).
El uso encorsetado de herramientas de protección vegetal tiene en la UE el epicentro. Se disponen de 800 materias activas, de las que solo 400 están permitidas según la Asociación Europea para la Protección de las Plantas (ECPA). El principio de precaución está instaurado en la legislación europea, lo que limita el acceso a recursos de protección de cultivos frente a plagas.
“La aplicación de la ciencia y tecnología a la agricultura puede sortear de modo objetivable los problemas de falta de productividad agrícola y las consecuencias de su adaptación al cambio climático”.
“La investigación y la innovación avaladas por agencias científicas independientes son condición sine qua non para el desarrollo de una agricultura sostenible, que requiere un proceso permanente de inversión para superar el reto que plantea la transición hacia un modelo que permita mantener la competitividad en unos mercados globalizados y cumplir simultáneamente los objetivos del Pacto Verde europeo”, como reza la respuesta de ALAS en la consulta pública, con la que la Comisión Europea ha recabado las opiniones para elaborar la Estrategia “Farm to Fork” (F2F).
ALAS está convencida de que “cualquier medida u objetivo limitante de la nueva Estrategia F2F debería venir acompañada de un análisis de impacto independiente con criterio científico y sus consecuencias socio-económicas”. Los agricultores esperan desempeñar un papel fundamental en la elaboración y la aplicación de la Estrategia F2F. Sin ellos, no se alcanzarán los objetivos que pretende la Comisión con ella.
La promoción de prácticas responsables que reduzcan la dispersión de plagas es la columna vertebral de una agricultura sostenible: producción integrada, gestión de plagas , agricultura de conservación, siembra directa, agricultura de precisión o las nuevas técnicas NBT sin olvidar la inteligencia artificial o la digitalización . De esta manera, agricultores competitivos son sinónimos de agricultores sostenibles .
Mayor inversión en I+D
Otros dos puntos clave del plan de la FAO en el “Año Internacional de la Sanidad Vegetal” son “incrementar el apoyo del sector público y privado para estrategias de sanidad vegetal más sostenibles y de servicios”, aparte de “fomentar la innovación científica para abordar las amenazas de plagas”. En este último punto, pongamos un caso de éxito concreto.
Hasta el año 2029, BASF tiene previsto lanzar al mercado más de 30 nuevos proyectos, que extenderán su oferta con nuevas semillas y traits. Son nuevos productos de origen químico y biológico para frutales y hortícolas, soja, maíz, algodón, trigo, colza, girasol y arroz, además de soluciones digitales y nuevas formulaciones. El enfoque para el agricultor, es integral.
Detrás de eso, hay un elevada inversión en I+D en la agricultura por parte de esta compañía. Para el 2020, BASF destinará casi 900 millones de euros a la I+D de la unidad de negocio de Soluciones Agrícolas, un 11% de las ventas de esta división.
Un año de concienciación sobre la sanidad vegetal es importante. La sostenibilidad de la agricultura es cuestión de siglos.
Fuente: BASF