El plátano canario contrarresta la ofensiva bananera en la Península
La ayuda compensatoria y la calidad de la fruta isleña le permiten competir ante la progresiva reducción del arancel que grava la entrada de la extracomunitaria
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No perder ni una mínima cuota del mercado tradicional es la estrategia con que el sector platanero canario viene afrontando la última ofensiva del banano extracomunitario, que desde 2010 ve reducir cada año el arancel de entrada a la Unión Europea (UE). «Cada vez es más difícil comercializar esta fruta», advierten los productores canarios. La ayuda compensatoria al sector garantiza, de momento, las 9.000 hectáreas de cultivo y las 400.000 toneladas de exportación: un millón de kilos diarios a la Península.
«Se ha llegado a un acuerdo sobre los bananos. Lo celebro. Ésta ha sido una de las diferencias jurídicas más complejas, más delicadas políticamente y más importante desde el punto de vista comercial de todas las que se han planteado en la Organización Mundial del Comercio (OMC)», declaró su director hasta el año pasado, Pascal Lamy.
Se refería al acuerdo multilateral alcanzado por la Unión Europea, Estados Unidos y los países latinoamericanos en Ginebra en 2009. «La suerte del plátano canario se echó ese día», valora por su parte el histórico dirigente platanero Leopoldo Cólogan. «La reducción de aranceles sigue su curso, es preocupante y no sabemos las consecuencias que puede tener en los próximos años», señala por su parte el presidente de la Asociación de Productores de Plátanos de Canarias (Asprocan), Santiago Rodríguez. Ambos coinciden en que «la comercialización del plátano canario se hace cada vez más difícil».
El sector tiene tras de sí una larga historia de lucha por defenderse frente a las sucesivas presiones con que el producto competidor, el banano americano y de los países ACP (África, Caribe y Pacífico), ha presionado desde hace décadas para lograr lo que obtuvo en Ginebra: un descreste arancelario que ya está teniendo consecuencias negativas en los precios de venta del plátano y en los ingresos de los productores comunitarios.
Además, el impacto negativo se acrecentó por otra reducción adicional fijada en acuerdos bilaterales suscritos en 2010 por la UE con Perú, Colombia y Centroamérica –Ecuador, primer exportador mundial, lo está negociando- hasta alcanzar este descreste un arancel de 75 euros por tonelada para 2020.
«La realidad es que no podemos competir de igual a igual, porque nuestras prestaciones salariales no tienen nada que ver con las de ellos; a nosotros nos falta agua y a ellos les sobra, y los costes del transporte son también más elevados aquí», explica Rodríguez.
Una fruta en alza
El consumo de plátano o banano crece cada año. Su alto valor energético, que ha creado adicción a esta fruta en deportistas de la talla de Nadal, es una de las principales razones de su creciente revalorización y la causa de que cada año ganen peso los grandes productores, entre ellos Brasil o India, en el mercado mundial.
En esta batalla comercial internacional, un nuevo factor ha venido a complicar las posibilidades de competitividad de una parte de la producción mundial: una plaga llamada sigatoka negra, que afecta sobre todo a los cultivos de áreas tropicales y de la que Canarias de momento se ha librado. Sin embargo, para algunos de sus principales competidores está suponiendo un incremento del coste de cada caja de bananos de entre el 25% y el 30% y está planteando implicaciones sanitarias por el uso de los fuertes insecticidas que se precisan para combatirla.
«Cada vez hay más competidores y cada vez son más fuertes, pero también es verdad que tenemos un producto de gran calidad y con una marca fuerte y bastante consolidada», explica Santiago Rodríguez. Este es el aval con que Asprocan viene reforzando la presencia del plátano canario en la Península, para no perder «ni una mínima cuota de nuestro mercado tradicional». Leopoldo Cólogan precisa que «cualquier espacio que perdamos será ocupado por la fruta de la competencia». De ahí que la posibilidad de expandirse a otros países europeos no entre en sus previsiones.
«Nuestra producción es limitada y no podemos arriesgarnos a que el mercado peninsular quede desabastecido. Todos nuestros esfuerzos están centrados en garantizar las 380.000 o 400.000 toneladas que exportamos en la actualidad», casi al cien por cien al resto de España: un millón de kilos diarios.
Unos 8.500 agricultores cultivan las 9.000 hectáreas de plátanos que existen en Canarias, y que representan el 60% de las exportaciones isleñas. Su actividad da empleo directo a otros 2.500 empaquetadores, gestores de las seis grandes cooperativas y otros profesionales, y promueve casi 30.000 puestos de trabajo indirectos en las Islas. En La Palma, la actividad platanera supera a la turística.
«Aunque en el PIB no representemos mucho, como ocurre con todo el sector agrario, creemos que el plátano realiza importantes aportaciones a la sociedad canaria, por una parte contribuyendo a abaratar el transporte de otras mercancías y sobre todo manteniendo una producción que contribuye a nuestra sostenibilidad e identidad», explica Rodríguez.
Para paliar el fuerte descenso de la competitividad del plátano comunitario y mantener la renta de los productores comunitarios (Guadalupe, Martinica, Azores y otras regiones ultraperiféricas), éstos han solicitado un incremento de la dotación financiera al sector del plátano en el marco de los programas europeos Posei.
De momento, hasta 2020, Canarias tiene garantizada una ficha financiera de 141 millones de euros anuales, del total de 280 que se destinan a la producción de plátano comunitario. «Me niego a llamar subvenciones a unas ayudas sin las cuales el sector no sobreviviría, como ocurre con todo el sector agrario. Por algo, la Política Agraria Comunitaria recibe el 49% del total del presupuesto de la UE», puntualiza Cólogan.
Santiago Rodríguez concluye, por su parte, explicando que «la ayuda compensatoria supone el 50% de la renta del agricultor. Gracias a ella no solo hemos mantenido durante décadas nuestra producción, sino que hemos llevado a cabo un importante proceso de modernización: el sector platanero de hoy no tiene nada que ver con lo que era antes».