Día Mundual de la propiedad intelectual en plantas y semillas
La investigación y mejora genética ha permitido durante las últimas décadas obtener resultados que los agricultores individualmente hubieran tardado siglos en conseguir. De acuerdo con el Institut Cerdà, el 50% del aumento de la productividad agrícola mundial fue posible gracias a la mejora vegetal.
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El respeto a la propiedad intelectual en la innovación de plantas y semillas es clave para dar respuestas a las necesidades de la sociedad.
Cada 26 de abril se celebra el Día Mundial de la Propiedad Intelectual e Industrial, con el fin de recordar a la ciudadanía cómo la defensa de los derechos de propiedad fortalece de manera directa la innovación y la creatividad. Los derechos de propiedad intelectual e industrial son esenciales para el desarrollo de sectores tan importantes como el de la música, los libros, el cine, y para el impulso de los descubrimientos científicos e industriales, entre ellos, los relacionados con la agricultura y la alimentación.
La Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE) ha querido sumarse a la celebración de este día, ya que, su misión es fomentar el conocimiento de la mejora vegetal y contribuir al desarrollo del sector agroalimentario mediante la investigación científica y la innovación. Para ANOVE es una “excelente oportunidad de mostrar la estrecha relación que existe entre la investigación y la innovación y el sector agroalimentario.”. Su Director General, Antonio Villarroel, explicó en un encuentro con periodistas agroalimentarios que “la innovación en semillas y variedades vegetales resulta fundamental para poder satisfacer las demandas de los agricultores, especialmente en un proceso de cambio climático como el actual, que a todos tanto nos preocupa”.
La imprescindible investigación en el sector agrario
Según datos ofrecidos por ANOVE, los incrementos de productividad han sido espectaculares en todos los cultivos desde la década de los sesenta, creciendo entre el 1% y el 3% anual. Además, según se desprende de un meta-análisis realizado por el Instituto Cerdá comparando diversos estudios, se estima que, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, el 50% del aumento de la productividad agrícola mundial fue posible gracias a la mejora vegetal. Como apuntó Villarroel, “la investigación y mejora genética ha permitido durante las últimas décadas obtener resultados que los agricultores individualmente hubieran tardado siglos en conseguir”.
Al aplicar la investigación científica y la tecnología a la mejora de semillas y plantas se consigue aumentar sustancialmente la eficiencia y la productividad. Esta investigación de vanguardia ha sido y es, por tanto, una apuesta constante y decidida por parte de las empresas del sector. De acuerdo con Villarroel “las entidades asociadas en ANOVE invierten entre el 20% y el 30% de su facturación en I+D+i” Además, “dedican como promedio el 38% de su personal a esta labor fundamental de investigación, lo que supone en España unas 2.500 personas aproximadamente” añadió.
Por otro lado, según explico Villarroel, “gracias a la innovación en mejora vegetal, la producción mundial de alimentos no deja de aumentar, lo cual deriva en precios más estables de las cosechas y en beneficios directos para agricultores, productores y consumidores, que disfrutan de más alimentos frescos de absoluta calidad y seguridad, con nuevas presentaciones, diferentes tamaños y texturas, nutritivos, con más sabor y con precios asequibles”. “Si todo ello es posible es gracias a la investigación genética que llevan a cabo los obtentores vegetales” comentó Villarroel.
En definitiva –concluyó el director de ANOVE– “trabajamos desde nuestros inicios a favor de una agricultura más eficiente, segura y, sobre todo, sostenible, generando inversión en I+D para obtener semillas certificadas y plantas de calidad, nuevas variedades y mejor adaptadas a cada zona productora, contribuyendo, además, a la conservación del medio ambiente”.
La mejora vegetal y el valor de los royalties
La mejora vegetal de semillas y plantas es, según subrayó Villarroel, “una actividad con una enorme trascendencia económica, y altamente tecnológica, basada en la investigación”. Pero el desarrollo de nuevas variedades solo es posible con una inversión continua en programas de investigación. Además, la innovación no es barata: “obtener una nueva variedad puede suponer de 10 a 12 años de trabajo y más de 3 millones de euros”.
Por ello, y con el fin de sostener los programas de mejora y el desarrollo de variedades es “vital proteger los resultados de los trabajos de los obtentores y respetar sus derechos de propiedad intelectual mediante la aportación de pequeñas cantidades en forma de royalties”, recordó el Director General de ANOVE. Francisco Petit, Director Técnico de Geslive, explicó que, sin esos royalties, “todo el sector saldría perjudicado pues se frenaría el avance de los programas de mejora y obtención de nuevas variedades más productivas, más resistentes y más adaptadas a las condiciones de cultivo de las diferentes regiones”.
Añadió que “la reproducción o la compra de semillas o plantas ilegales, o el reempleo de granos para siembra sin aplicar los derechos de propiedad intelectual, amenazan la investigación y comprometen el futuro de nuestra agricultura”. Por otra parte, usar material vegetal sin certificar o producido clandestinamente –señaló Petit– “puede dar resultados deficientes y acarrear serios perjuicios económicos al agricultor, además de generar focos de transmisión de enfermedades”.
La Asociación Nacional de Obtentores Vegetales está convencida de que la innovación es el motor del sector agroalimentario y, por ello, insiste en que, si se quieren conseguir nuevas variedades vegetales, es necesario generar incentivos, para que los diferentes actores involucrados en el sector obtentor dispongan de estímulos suficientes para invertir tiempo y recursos en la actividad de mejora varietal. En este sentido, según sostiene la Asociación, los derechos de propiedad intelectual resultan ser claves para que el obtentor recupere la inversión acometida. De esta forma, es posible continuar ofreciendo a los agricultores innovaciones que reviertan en explotaciones más productivas y rentables. En definitiva, ha concluido Petit, “invertir en investigación, en los programas de mejora y respetar los derechos de propiedad intelectual es la única manera de garantizar el futuro del sector y, en última instancia, una alimentación con la mayor calidad posible para los consumidores”.