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La Comisión ha pitado prórroga

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El 4 de marzo del 2014, la Comisión Europea aprobó un Nuevo informe sobre la OCM de frutas y hortalizas[i] así como un, documento de trabajo que analiza su funcionamiento[ii]. Ambos documentos han pasado casi desapercibidos en el contexto global de las negociaciones sobre los actos delegados de la reforma de la PAC, pero presentan cierto interés en general, y gran interés para los productores de frutas y hortalizas.

Estos productores disfrutan (o sufren, depende como se mire) de unas reglas particulares basadas esencialmente en el protagonismo de las organizaciones de productores y sus fondos operativos.

La nueva PAC generaliza dicha figura de las organizaciones de productores, la de las asociaciones de organizaciones de productores e, incluso, la de las interprofesiones, a todos los sectores agrarios. Extiende una parte muy significativa de las actividades que pueden realizar como excepción al derecho clásico de la competencia. Podía ser una magnífica ocasión para recortar el presupuesto y suprimir la especificidad hortofrutícola, la financiación de los fondos operativos.

Además, algunos imprudentes en el sector reclamaban el extender las ayudas a la hectárea al conjunto de los productores de frutas y hortalizas, lo que podía hacerse sin aumentar el presupuesto: desvestir a Pedro para vestir a Juan. Cualquier persona que conozca un poco el ambiente de las negociaciones presupuestarias sabe que esto implicaría el fin de los fondos operativos.

En este contexto difícil, el principal mensaje de los nuevos documentos de la Comisión es que la OCM debe seguir vivita y coleando. Les puedo asegurar que semejante conclusión no estaba asegurada de antemano.

Seguir vivo no quiere decir seguir igual. El documento, correctamente, señala como «cuestión fundamental el bajo grado o la falta de organización que persiste en algunos Estados miembros». Es verdad que, al menos hasta el 2010 último año en el cual se disponen de datos completos, la proporción de la producción organizada ha aumentado, pero también lo es que estábamos todavía en algo menos del 45%, muy desigualmente repartido entre Estados miembros.

La tarea no es fácil. Como ha explicitado el estudio europeo sobre las cooperativas[iii], la organización conjunta de los productores se enfrenta a grandes dificultades económicas peros sobre todo culturales, en primer lugar en los nuevos Estados miembros (fíjense que ha utilizado la palabra «conjunta» y no «colectiva» por los malos recuerdos históricos que podría recordar). Pero el hecho de que la tarea sea difícil no debe significar que hay que abandonarla sino que hay que empezarla ya, poco a apoco, paso a paso.

La continuidad de las OPs en Europa, en la PAC post 2020 por ejemplo, dependerá de la capacidad de los actuales productores organizados para apadrinar y promover organizaciones hermanas en los países y las regiones con menor grado de organización. Será una condición necesaria aunque no suficiente.

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