El IV Congreso de Patata Nueva debate hoy el problema de la publicidad engañosa
El colectivo alerta que el sector ha perdido 200.200 hectáreas a nivel nacional desde 1990, lo que ha supuesto una reducción de 33.000 puestos de trabajo directos, según Asociafruit. Se está generando una gran paradoja pues los consumidores de los mercados europeos demandan la patata nueva española mientras que en nuestro país se consume patata de conservación.
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El presidente del sector de Patata de Asociafruit, Marco Román, denuncia que la práctica generalizada de publicidad engañosa de las cadenas de distribución y minoristas se sigue produciendo sin que las administraciones públicas ofrezcan respuestas eficaces a una situación que pone en riesgo al sector y provoca una bajada de la confianza en el consumidor. La práctica consiste en vender como patata nuevas las que son de conservación y vienen importadas de países extranjeros, principalmente de Francia.
Esta situación será analizada en el IV Congreso de Patata Nueva de España en una mesa redonda donde participarán responsables de la Oficina de Consumo, Asociafruit y FACUA. Asimismo, se abordarán otros temas como los aspectos nutricionales de la patata, la formación de acrilamidas en las operaciones de fritura domestica, la campaña de promoción de Patata Nueva y la presencia del Epitrix, más conocida como pulguilla de la patata, en España.
Debido a la práctica denunciada, Asociafruit ha detectado una caída en las hectáreas de cultivo dedicadas a la patata, que viene arrastrándose desde hace más de dos décadas. Así, de las 271.300 hectáreas de cultivo registradas en España en 1990, se pasó, en 2013, a 71.100 hectáreas, lo que supone una reducción del 73,7%. En el caso de Andalucía, de 23.000 hectáreas cultivadas, se pasó a 10.850 en 2013, lo que supone un descenso del 52,8%. En 2015, lejos de paliarse, la caída ha continuado, de manera que la reducción de superficie cultivada ha sido de un 4% aproximadamente, tanto en España como en Andalucía.
Esta reducción de la producción tiene una consecuencia directa sobre el volumen de empleo, ya que desde la década de los noventa, la caída del empleo directo ha supuesto una pérdida estimada de 33.000 puestos de trabajo a nivel nacional, a lo que hay sumar los empleos indirectos.
La caída de la producción tiene que ver directamente con el hecho de que España importa el 70% de la patata de otros países, fundamentalmente de Francia, mientras que la mayor parte de la producción de patata nueva o de temporada de España se exporta a Europa, ya que es un producto con calidad reconocida internacionalmente.
Para Marco Román, se está generando una gran paradoja pues los consumidores de los mercados europeos demandan la patata nueva española mientras que “en nuestro país se consume patata de conservación, con lo que el consumidor está perdiendo su confianza en un producto que ha sido un referente en todos los hogares españoles”. Esa pérdida de confianza se explica porque “se está consumiendo patata de conservación que se mantiene durante largos periodos de tiempo a baja temperatura, con lo que pierde frescura y parte de sus propiedades”. Según Román, “las cadenas de distribución están interesadas en crear desinformación para tener un consumidor perezoso para favorecer la compra de patata de conservación frente a la patata nueva”.
Otro de los grandes inconvenientes de la patata conservada a bajas temperaturas (por debajo de 8 grados) es que el almidón de la patata se transforma en azúcar y en el proceso de fritura ese azúcar se convierte en una sustancia denominada acrilamida que es nociva para la salud según alerta la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). De hecho, Marco Román señala que “en el IV Congreso de Patata Nueva la investigadora Marta Mesías del CSIC presentará un estudio que confirma que el índice de acrilamida en patatas nuevas es de 30/40 microgramos por cien gramos de patata consumida mientras que el de patata conservada se sitúa en 1.000/4.000 microgramos.