Pimiento, tomate y sandía mandan en Almería
La superficie de cultivo en invernadero en la campaña 2015/16 alcanzó las 30.230 hectáreas, un dos por ciento más que la anterior.
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Año tras año la agricultura de Almería crece de manera cualitativa y cuantitativa y cada campaña que se sucede supera los registros alcanzados en la anterior. Las cifras, aunque pueden resultar frías, dejan bien a las claras el estado en el que se encuentra el sector agroalimentario en Almería, que representa el 15% del PIB de la provincia. Así se deduce del análisis de la campaña hortofrutícola 2015/16, elaborado por los Servicios Agroalimentarios de Cajamar, y donde se demuestra que este sector continuará siendo el motor de la economía almeriense.
Con una producción global de hortalizas que alcanzó las 3.375.970 toneladas, un 4,6% más que el año anterior, un valor comercializado de 1.803 millones de euros y una superficie total que se incrementó un 0,6 por ciento hasta situarse en las 55.195 hectáreas, este sector exhibe un buen presente y un futuro para ser optimista.
Con este panorama, no es de extrañar que Almería registre cifras de récord campaña tras campaña ya que cuando uno visita la provincia, sobre todo, la zona del Poniente, no puede dejar de sorprenderse al ver el mar de plástico que se presenta ante sus ojos. El incremento en la superficie en invernadero ha seguido la tendencia de los últimos años y la campaña del año pasado se cerró en 30.230, un 2% más que la anterior.
Las extensiones dedicadas a cada cultivo han variado poco, aunque el melón y las judías verdes han sufrido descensos del 2,9 y del 7,1 por ciento. En el caso del primero este descenso viene motivado por una fuerte presión de la competencia de otras zonas y por la prolongación de los ciclos productivos de otros cultivos de invierno.
En el extremo opuesto al melón y la judía se encuentran, el tomate, con un aumento de su superficie de cultivo superior al 6% y también la sandía y el pimiento que crecieron por encima del 3%. La lechuga aumentó un 2,2% y el calabacín,un 1,6%.
Esta superficie de cultivo se tradujo en un nuevo récord de producción, hasta situarse en las 3.339.482 toneladas de hortícolas intensivos –cultivos de invernadero y lechuga-, un 4.4 por ciento más que en la anterior campaña.
Por productos, fueron el tomate, pimiento y calabacín los que registraron aumentos más significativos mientras que melón y judía verde perdieron terreno.
El sector comercializador ha sido capaz de dar salida a estos crecimientos en la producción y crear nuevos clientes, compensando así los efectos del veto ruso y, en menor medida, el Brexit. Así, en esta campaña se ha alcanzado un nuevo registro récord, habiendo sido capaces de vender fuera 2,4 millones de toneladas, un 75,4 % de las producidas. De hecho, ese porcentaje supuso unos ingresos para los comercializadores de 2.194 millones de euros (un 9,7 % más que en la campaña anterior).
Mejora en el valor de las producciones
Pero no sólo al comercializador le han salido los números, ya que respecto al valor de la producción que es lo que más interesa al agricultor, el informe de Cajamar también evidencia que la mayor parte de los cultivos se comportan mejor que la media histórica, aunque destacan sobremanera el pimiento con un 38,3% y la sandía con un 26,3%. Los que obtienen un peor resultado son la berenjena, que durante la campaña obtuvo unas cotizaciones realmente bajas (un 18,5 % inferiores a la media histórica) y la lechuga, aunque en este caso la explicación está más en la reducción de las producciones que en los precios.
Estas buenas cifras, sobre todo para los agricultores de pimiento y de sandía, han supuesto un crecimiento en el empleo, fundamentalmente de mano de obra extranjera. Desde 2007 el número de trabajadores agrarios se ha incrementado en un 42 %, mientras que el de extranjeros lo ha hecho en un 89 %.
En cuanto a los costes, estos se han comportado de forma comedida, con un aumento conjunto del 0,3 %, ligeramente por encima del IPC, con los costes de insumos derivados del petróleo y los gastos financiaros retrocediendo un ejercicio más. En el lado opuesto destacan los crecimientos de los gastos en agua de riego, lo que viene motivado por la necesidad de recurrir a mezclas de agua para mantener la calidad de las aguas destinadas a este menester. Los gastos corrientes aumentaron un 0,5 %, mismo porcentaje en el que se redujeron los costes de amortización.
Juan Arias.