La voluntad de los agentes implicados y el apoyo del sector público serán imprescindibles. ASOC. ESP. ECONOMÍA AGROALIMENTARIA
Eva Iglesias y Marga Brugarolas, Presidentas de la Asociación Española de Economía Agroalimentaria.
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El sector de frutas y hortalizas juega un papel estratégico en términos económicos, sociales, ambientales y culturales. El valor medio de su producción en 2021 ronda los 21.000 millones de euros y tiene una importante vocación exportadora. Además de su valor económico, este sector es un motor de empleo que dinamiza los territorios, es fuente de alimentos indispensables en una dieta saludable y contribuye a mantener la diversidad genética y el patrimonio cultural de las áreas rurales.
Situaciones de crisis como la pandemia del COVID-19 y la guerra de Ucrania, sumadas a un escenario marcado por el cambio climático, han provocado que el suministro alimentario vuelva a ser una preocupación importante para la sociedad y las administraciones públicas.
El sector de frutas y hortalizas se enfrenta a una situación de gran incertidumbre e importantes retos. El actual contexto, marcado por la crisis energética, ha provocado un preocupante incremento de costes en la producción, con consecuencias negativas tanto para la inflación y los consumidores finales, como para la rentabilidad del sector agroalimentario. Por otro lado, la producción hortofrutícola se caracteriza por su alta vulnerabilidad a un cambio climático que ya es patente y frente al que es necesario implementar con urgencia medidas de adaptación para mejorar su resiliencia y sostenibilidad. Si bien la producción extensiva de frutas y hortalizas conforma paisajes culturales y contribuye a preservar la biodiversidad, la producción intensiva se enfrenta a una creciente y necesaria regulación ambiental que exige un cambio para combatir la contaminación y sobreexplotación de los recursos naturales. El reto de la sostenibilidad se extiende a toda la cadena alimentaria, que debe plantearse buenas prácticas para reducir su huella ambiental.
Las soluciones a estos desafíos pueden estructurarse en torno a tres ejes. En primer lugar, la innovación y la digitalización son ya importantes herramientas para abordar y convertir estos retos en una oportunidad de crecimiento. Cabe destacar entre estas, las innovaciones enfocadas al desarrollo de envases más sostenibles que permiten la reducción de plásticos y aquellas dirigidas a disminuir el desperdicio alimentario. Con ello se consigue un doble dividendo: mejorar la huella ambiental y la rentabilidad del sector. En segundo lugar, el marketing es otra herramienta importante para valorizar las producciones sostenibles, destacando como estrategias el desarrollo de etiquetas que garanticen el origen, la producción local y artesanal o la responsabilidad ambiental y social. Finalmente, la cooperación es una herramienta necesaria para facilitar el acceso de los medianos y pequeños agricultores a la innovación, la digitalización y el marketing, con lo que podrán incrementar su competitividad en los mercados y contribuir a una cadena más equilibrada. El papel de las cooperativas es esencial para lograr estos objetivos.
Una de las grandes fortalezas del sector de frutas y hortalizas español es su gran dinamismo. La voluntad de los agentes implicados y el apoyo del sector público serán imprescindibles para mantener su competitividad y afrontar con éxito estos retos.