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Sevillana de Patata, el nuevo interproveedor de Mercadona

José Peláez, gerente de Sevillana de Patatas, dirige un grupo que surte de patatas a la mayoría de las cadenas de la gran distribución. Es el nuevo proveedor de Mercadona.

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Sevillana de Patatas forma parte del grupo empresarial fundado por Francisco González Arrebola, quien comenzó la actividad en 1965. Con más de 45 años de experiencia, la empresa es líder en la gestión de la producción y comercialización de patatas tempranas.

Actualmente, es la segunda generación la que está al frente del negocio agrícola, que suma la planta envasadora de patatas y cebollas Hermanos González Arrebola, situada en La Rinconada, otro almacén para el envasado y distribución de frutas y hortalizas y dos puestos de venta mayorista dentro de Mercasevilla. La última apuesta del grupo sevillano ha sido una empresa de transporte propia para llevar sus productos frescos a las cadenas de la gran distribución. El grupo surte de patatas a los supermercados Dia, Más, Aldi, Lidl o El Corte Inglés, entre otros, y desde hoy es el nuevo proveedor de Mercadona.

Además, Sevillana de Patatas exporta gran parte de su producción, con una fuerte presencia en el mercado alemán. La facturación del grupo supera los 20 millones de euros.

—Sevilla está en plena recolección de patatas. ¿Qué valoración hace de la campaña?

—En términos agrícolas no ha estado mal y el rendimiento en campo ha sido bueno. Este año se han sembrado más patatas en la provincia de Sevilla respecto al pasado, que fue un año muy corto. Nosotros hemos crecido algo en superficie, pero sobre todo en kilos, por lo que prevemos que la cosecha va a ser un 20% mayor a la de 2016. La producción gira en torno a 20 millones de kilos de patatas, el 50% para el mercado nacional y la otra mitad para la exportación.

—¿El grupo cuenta con tierras de cultivo en propiedad?

—No. Contratamos la producción de distintos agricultores con los que tenemos relación desde hace décadas. Contratamos alrededor de 600 hectáreas, en fincas que van desde Arcos de la Frontera hasta Almodóvar del Río, atravesando el Valle del Guadalquivir y siguiendo hacia Huelva por los municipios de Villamanrique y Chucena. Estamos muy integrados con la producción de las patatas y tenemos varios modelos de contratos, que van desde el simple acuerdo con el agricultor para la entrega de las patatas hasta la participación en el desarrollo del cultivo aportando financieramente algo de los gastos que conlleva. En cualquier caso, los técnicos de Sevillana de Patatas asesoran y controlan toda la producción, desde la elección de las simientes hasta la recolección de la cosecha. Somos especialistas en patatas tempranas por lo que podemos proveer a nuestros clientes ininterrumpidamente desde abril hasta septiembre.

—¿Quiénes son los principales clientes de la empresa?

 —El grupo comenzó vendiendo patatas localmente a tiendas, ya que no existían las grandes cadenas de supermercados. Hemos ido creciendo con la transformación de la gran distribución. Empezamos a trabajar con los primeros supermercados del grupo Cobreros que se implantaron en Sevilla y hoy día estamos presentes en el 80% de las cadenas de la gran distribución nacional. La última ha sido Mercadona, a la que vamos a proveer de patatas a partir de hoy. Respecto a la exportación, la mitad va para clientes de Alemania, y la otra mitad se reparte entre Bélgica, Holanda, los países escandinavos y Francia.

—¿Cómo le afecta a la empresa la competencia que supone para la patata nueva andaluza la patata de conservación francesa?

—Nos afecta muchísimo. Es uno de los mayores problemas del sector, que debe unirse en una campaña para concienciar al consumidor. La patata francesa recién cosechada, en el mes de octubre, está estupenda. Pero si la compras en mayo, lleva ya ocho meses de conservación en cámaras frigoríficas y está momificada. Por fuera es preciosa, pero al freírla sale a relucir su bajísima calidad. Por eso hay que instruir al consumidor español para que a partir de febrero o marzo compre ya patatas nuevas y las exija en los supermercados. Francia tiene grandes producciones que almacena muy bien, y puede vender a unos precios inferiores a los que tendría la patata nueva andaluza. Las cadenas comerciales se aprovechan e incluyen muchas veces a las patatas como producto reclamo para atraer clientes. Hay que acabar ya con estas prácticas por el bien del sector.

—La empresa exporta a Francia. ¿Cómo reciben los franceses a la patata sevillana?

—Estamos vendiendo a Francia, algo que hace unos años era impensable. Pero la verdad es que el sector de la patata está interrelacionado. Es decir, si en una época del año tú eres el cliente y otro es el proveedor, a los seis meses se cambian las tornas. Los productores franceses son competidores pero al mismo tiempo son nuestros proveedores. Son un país muy proteccionista. Hasta ahora, si había patatas francesas no dejaban entrar ni un kilo del tubérculo español. Pero están empezando a darse cuenta que tienen que importar patatas de otros países en determinadas fechas porque su producto, tras meses en cámaras frigoríficas, es de baja calidad y el consumo de patatas está cayendo.

—Este año termina la cuarentena de muchas zonas productoras de patatas andaluza por el epitrix, lo que ha frenado muchas exportaciones en el sector.

—Hace dos años dejamos de comercializar patatas a Reino Unido por esta razón. En 2004 empiezan a darse los primeros casos de epitrix (o pulguilla) por patatas exportadas de Portugal. Se trata de un coleóptero que hace una galería en la piel del tubérculo y que afea su imagen para comerciarlo, pero que al mondar la patata se va, pues es como un arañazo superficial. En 2008, la Unión Europea prohíbe la exportación de patatas de zonas afectadas si no están lavadas o cepilladas y con menos del 2% de tierra. En 2015, los ingleses detectan un caso de patatas con epitrix procedentes de Sevilla y saltan las alarmas. Se declaran zonas en cuarentena. Inicialmente se cree que es epitrix americano, pero tras investigar, el sector descubre que es una especie que no está clasificada, y a la que se le denomina epitrix papa, y que la patata no es su principal huésped. Pero las restricciones en las fronteras, que se dictaron para dos años (de 2015 a 2017) siguen vigentes por precaución. Los ingleses aprovechan esta situación para exigir normas más restrictivas que las de la propia UE, promovido por el lobby inglés que tiene muchos intereses en las patatas de Egipto e Israel, que son competidores nuestros. Por todo ello, el sector lleva años exigiendo al Gobierno español que haga un análisis de riesgos de la plaga, para determinar en qué rango climático vive este coleóptero.

—¿El sector de la patata se está subiendo al carro de la innovación?

—Sí. Están llegando nuevas variedades que aportan más en valor nutricional y que son más productivas, dando hasta 30 tubérculos por planta. También hay nuevas semillas que inciden en la estacionalidad, y respecto a la industria, se imponen patatas que conservan mejor sus cualidades para la cuarta gama o formatos especiales para cocer en microondas. Es un sector que está innovando mucho.

Fuente: http://sevilla.abc.es

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