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¿Qué variedades de fruta de hueso cultivar frente al cambio climático?

Manuel Caro (ISAM-IMIDA), José Alberto Egea (CEBAS-CSIC), David Ruiz (CEBAS-CSIC) y Jesús García (IMIDA) son los investigadores responsables de los trabajos para identificar y caracterizar grupos varietales de frutales de hueso adecuados para cada zona en función de su clima.

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El Grupo Operativo ‘Adaptación del Sector de los Frutales de Hueso al Cambio Climático’ ha llevado a cabo en los últimos dos años trabajos de investigación encaminados a dar respuestas a las anomalías en las producciones debidas a factores climáticos y a la inadecuada adaptación de variedades de frutales de hueso. Dos de los objetivos del proyecto han sido la identificación y caracterización de áreas geográficas concretas idóneas para el cultivo sostenible y eficiente de frutales de hueso en la situación actual y en escenarios futuros, así como la de grupos varietales adecuados para su implantación y cultivo en las áreas y zonas idóneas, seleccionadas previamente y adaptadas a las previsiones de escenarios de cambio climático.

Los centros de investigación CEBAS-CSIC e IMIDA de Murcia han sido los responsables de los trabajos llevados a cabo para alcanzar estos objetivos.

Para  la identificación y caracterización de zonas productoras de fruta de hueso a partir de sus características climáticas se llevó a cabo un estudio previo en el que se seleccionaron estaciones agrometeorológicas representativas de las zonas productoras de frutales de hueso. ”Para ello se seleccionaron aquellas estaciones, de diferentes redes, con series históricas lo más amplias posibles, desde el año 2000 hasta el 2020, y que fueran consistentes, tanto en la cantidad como en la calidad de sus registros meteorológicos. Como consecuencia se seleccionaron 270 estaciones ubicadas en zonas regables que abarcan: la Ribera del Ebro, desde La Rioja Media hasta Lérida; el Litoral Mediterráneo desde Castellón hasta Granada y la zona del Suroeste, que abarca las provincias de Sevilla, Huelva, Badajoz y Cáceres”, explica Manuel Caro de SIAM-IMIDA.

A partir de los registros horarios de las variables medidas (temperatura y humedad relativa del aire, velocidad y dirección del viento, radiación global incidente, evapotranspiración de referencia y precipitación) de estas 270 estaciones se realizaron estudios estadísticos y geoestadísticos para agrupar la superficie de cultivo de frutales de hueso en cinco regiones climáticas homogéneas con diferencias significativas entre ellas y que “hemos calificado como muy cálida, cálida, intermedia, fría y extremadamente fría”, apunta Manuel Caro.

 

En cuanto a qué indicadores se han generado para la caracterización del comportamiento actual de las especies y variedades de frutales de hueso frente al impacto del cambio climático, Manuel Caro asegura que “a partir de los registros horarios de las estaciones se han determinado, de forma estadística, variables tales como la fecha de inicio de acumulación de frío, dinámica y periodo de acumulación y acumulación semanal y total de frío, la aparición de efemérides de bajas temperaturas que pueden ocasionar daños por heladas o eventos de temperaturas elevadas anómalas en el periodo de letargo invernal y floración que pueden ocasionar problemas en el desarrollo fenológico”. Además, “Con todos estos índices se han generado una serie de mapas en los que se puede apreciar la evolución espacial y temporal de cada uno de los indicadores por semanas, fundamentalmente la acumulación de frío y la existencia de efemérides agrometeorológicas que se pueden producir por bajas o altas temperaturas”, explica.

La mapificación realizada también nos permitirá establecer zonas homoclimáticas con características similares y conocer las características climáticas y agro-climáticas de una localización determinada. Toda esta información climática y agro-climática, unida a los estudios realizados en campo por otros equipos participantes en el proyecto, “permiten evaluar de forma bastante precisa la idoneidad del cultivo de cada grupo de variedades de estas especies en las zonas productoras de fruta de hueso”, concluye Manuel Caro.

Escenarios futuros con el cambio climático

Según el 5º informe de evaluación del panel intergubernamental del cambio climático (IPCC, en 2014, se consideran diversos escenarios basados en las denominadas ‘trayectoria de concentración representativas’ (RCP por sus siglas en inglés). Estas trayectorias describen diferentes futuros climáticos en función de la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en los próximos años. Hay desde escenarios optimistas (RCP2.6) hasta muy pesimistas (RCP8.5). Esos números indican el forzamiento radiativo, en W/m2, para 2100 en comparación con 1750 (era pre-industrial) y es un índice correlacionado con el calentamiento debido a causas antropogénicas.

“La consecuencia más palpable de estos escenarios será el aumento de las temperaturas medias del planeta y una redistribución en el régimen de precipitaciones en mayor o menor medida según el escenario considerado. En el caso de nuestro país, hay numerosos estudios que indican que el cambio climático será más acusado en las regiones mediterráneas en las que el aumento de temperatura y la disminución de las precipitaciones anuales serán aún mayores”, explica José Alberto Egea (CEBAS-CSIC). “No se debe olvidar que otro de los efectos del cambio climático será el aumento de la frecuencia de eventos extremos: períodos de temperaturas anormalmente altas, sequías o fenómenos tipo DANA que son más difíciles de predecir a largo plazo, pero cuya influencia sobre la agricultura es evidente”, añade.

La principal influencia en términos de adaptación es el cambio en las temperaturas ya que los frutales de hueso tienen unas necesidades de frío invernal para salir del letargo y producir óptimamente. “El aumento de las temperaturas medias podría hacer que algunas variedades en ciertas zonas dejen de cubrir sus necesidades de frío con lo que no serían aptas para el cultivo en dichas zonas. Esto va a ser especialmente grave en las zonas que ya son cálidas, como el sureste español y donde muchas variedades cultivadas cubren sus necesidades de frío casi en el límite”, indicó José Alberto Egea.

Por otro lado, “la menor frecuencia de heladas tardías debido al aumento de las temperaturas podría facilitar el cultivo de variedades más tempranas en áreas donde actualmente no se puede debido al alto riesgo de heladas en semanas de primavera”, añade.

El aumento de episodios de calor (períodos largos con temperaturas superiores a 25ºC durante el invierno) puede ser una fuente de estrés para los árboles y afectar a su producción o a la calidad final del fruto.

Según David Ruiz, científico del CEBAS-CSIC, “la mala adaptación de una variedad, independientemente del riesgo de heladas, generalmente está asociada a una inadecuada satisfacción de sus necesidades de frío invernal. Se produce con demasiada frecuencia el cultivo de variedades con elevadas necesidades en zonas con escasa acumulación de frío. Esta situación provoca importantes problemas en la floración y brotación, tales como caída de yemas florales, desincronización de yemas florales y vegetativas, floración escasa e irregular y deficiente brotación vegetativa que puede ocasionar serios problemas de cuajado y producción”.

“La mejor forma de prevenir esta situación es una adecuada elección varietal, considerando por una parte las características agroclimáticas de la zona de cultivo, fundamentalmente la acumulación de frío y el riesgo de heladas y, por otro lado, las características de la variedad en lo relativo a sus necesidades de frío y fenología”, explica David Ruiz. En algunas zonas donde nos encontremos con incertidumbres de adaptación “podrían aplicarse determinadas prácticas culturales, como tratamientos con productos bioestimulantes para favorecer la salida del letargo o incluso mallas de sombreo”, añade.

Definición de grupos varietales

Desde el Grupo Operativo, el objetivo ha sido establecer grupos de variedades, para cada especie, con características similares de necesidades de frío invernal (en rangos de 10 Porciones o aproximadamente 200 chill units). Se han establecido Grupos desde Muy Bajas Necesidades de frío hasta de Muy altas necesidades, y dada su correlación, también con similar fenología en lo relativo a salida del letargo invernal y floración.

“Esta clasificación nos permitirá contrastar estos grupos varietales con las zonas climáticas caracterizadas en base a su acumulación de frío y riesgo de heladas y, por tanto, conocer el grado de adaptación de estos grupos varietales en las diferentes zonas climáticas en términos de satisfacción de necesidades de frío y ausencia de riesgo de heladas, lo que nos permitirá conocer si es una Adaptación Idónea, existe un Riesgo Moderado, Riesgo Alto o el cultivo no es Recomendable”, explica el científico del CEBAS-CSIC.

Tanto la caracterización agroclimática, como el conocimiento de las zonas homoclimáticas y el establecimiento de grupos varietales será una información de indudable valor para el sector productivo, pero también para otros sectores como el viverístico y el de obtentores de variedades. A los productores les aportará una información esencial en la toma de decisiones de la elección varietal en función de la zona climática donde se encuentre la explotación, para que la adaptación de la variedad sea lo más idónea posible”, explica David Ruiz.

Además, el establecimiento de zonas homoclimáticas permitirá conocer qué otras zonas de cultivo en nuestro país tienen características agroclimáticas similares. Toda esta información permitirá a los productores minimizar riesgos en la elección varietal en lo relativo a su nivel de adaptación, al disponer de información de aspectos cruciales como la satisfacción o no de las necesidades de frío invernal de los diferentes grupos varietales y su riesgo de helada.

El Grupo Operativo ‘Adaptación del sector de los Frutales de Hueso al Cambio Climático’ está compuesto por Fecoam, Anecoop, Cooperativas Agroalimentarias de la Comunidad Valenciana, Bitec, ENAE Business School y Basol Fruit, contando con el IMIDA y CEBAS-CSIC como centros de investigación.

Este proyecto está cofinanciado a través de una ayuda del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural-FEADER en un 80% y al 20% por fondos de la Administración General del Estado. El importe total de subvención para la ejecución del mismo es de 599.828,60 euros.

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