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La recolección en verde distorsiona el inicio de la campaña citrícola

Las prisas de algunos comercializadores les llevan a recolectar prematuramente naranjas y mandarinas que todavía no gozan del mínimo estado de madurez, incluso que aún están muy verdes, lo que provoca distorsiones del mercado cuyas consecuencias negativas se dejan notar días después, con caídas de la demanda precisamente cuando la fruta ya está más madura.

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Es la misma historia desafortunada que se repite cada año al principio de la temporada citrícola.

La realidad es que puede haber pedidos por parte de quienes desean vender a toda costa a lo largo de la cadena de distribución comercial, y como los clientes finales, los ciudadanos que compran kilo a kilo, no tienen por qué conocer de antemano si les van a dar gato por liebre, se ven tentados a adquirir lo que entienden que se les ofrece como un primor de naranjas o mandarinas que les anuncian una prometedora temporada de suministro desde España. A continuación viene el súbito desengaño: están verdes y casi secas; sin apenas zumo y con un sabor ácido y estropajoso. La conclusión es que el consumidor se sentirá decepcionado y hasta engañado, por lo que se resistirá a comprar más naranjas y mandarinas españolas durante muchas semanas después, aunque ya estén en condiciones infinitamente mejores de zumo y sabor. La mala experiencia inicial pasa factura y la precipitación hace que luego cueste reemprender un buen ritmo de ventas, como demanda la presión productora cuando ya se entra en plena campaña.

En teoría hay servicios oficiales de inspección que deben velar para que se cumplan las mínimas condiciones de calidad, pero la realidad es que no hay orden ni concierto, porque se están recolectando naranjas ‘navelinas’ en diversas comarcas valencianas desde hace más de una semana, y no se sabe de actuaciones de las consellerias implicadas que pongan freno a estos desaguisados que luego se traducen en perjuicios generalizado para todo el sector.

Son naranjas que están más que verdes: casi ‘negras’, y en algunos casos van a ‘árbol limpio’, ni seleccionan lo más adelantado, las cogen todas. Luego, en las cámaras de desverdización acaban cogiendo una tonalidad amarillenta que quiere parecerse al anaranjado ideal, pero la apariencia no engaña, están semisecas por dentro y no resisten el mínimo análisis de madurez; son incomestibles aún y no se deberían coger. Porque, ¿qué vale más, vender unas pocas ahora y que los compradores no repitan durante tiempo, o esperar a darles fruta satisfactoria y que ya no paren de comprar?

Es cierto que el mercado europeo se encuentra en estos momentos bastante vacío de naranjas y mandarinas, porque los países del hemisferio sur acabaron antes de lo previsto por el auge del consumo ligado a la pandemia del coronavirus. Ha pasado lo mismo que ocurrió con el final de la anterior campaña española, que acabó antes por la fuerte demanda. Pero eso no puede ser excusa para precipitarse y hasta engañar. Además, es una torpeza que sólo conduce a empeorar. Puede que unos pocos hagan su ‘agosto’, pero a costa de los demás, y no por empezar antes se va a más; enseguida llega el frenazo y luego cuesta recuperar la deseable velocidad de crucero.

Fuente: Las Provincias

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