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La agricultura española “se la juega” con el cambio climático

Combatir los efectos del cambio climático en la agricultura figura en la agenda de los principales gobiernos mundiales, también el español, que prepara una intensa agenda de medidas en los ámbitos de la adaptación y la mitigación.

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Los países mediterráneos “se la juegan” con el cambio climático. El problema forma parte de la agenda de prioridades de Gobiernos como el español, que tiene en Holanda un claro referente, ya que está logrando grandes avances en el camino de una agricultura más adaptada y eficiente, que incluye variedades de hortalizas más sostenibles o que crecen en duras condiciones de salinidad o la producción de energías limpias y gas a partir de las actividades de agricultores y ganaderos.

El Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente diseña políticas de adaptación y mitigación frente al cambio climático para la próxima década, a través de la “Hoja de Ruta 2030”, que recogerá una lista de medidas para favorecer la “agricultura climáticamente inteligente”.

Es uno de los asuntos que se dieron a conocer durante la jornada técnica “Contribución de la agricultura a la mitigación del cambio climático” organizada ayer por la Embajada de Países Bajos en Madrid. Entre las medidas que se barajan para esa “Hoja de Ruta 2030”, figuran iniciativas para potenciar la agricultura de conservación, los fertilizantes orgánicos y la gestión eficiente de ganadería y purines y mantener restos de poda en los suelos, de acuerdo con la Dirección General de Producciones y Mercados Agrarios.

Para el director general de Producciones y Mercados Agrarios, Fernando Miranda, “debemos ser capaces de introducir a la agricultura en la agenda de las soluciones”, ya que este sector puede contribuir a reducir las emisiones y a la absorción de carbono a través de los suelos. El cambio climático y el medio ambiente es ya “un factor de competitividad” y adaptarse es imprescindible para no “desaparecer” comercialmente de los mercados globales, insistió.

El sector agrario debe participar en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, y también las de amoniaco -estas últimas ligadas a la actividad ganadera- para defender mejor ante la sociedad las ayudas que recibe de la PAC, de cara a la próxima reforma post 2020, subrayó Miranda.

Defendió la implicación del Ministerio que, a través de la elaboración de la “Estrategia de Agricultura y Clima”, alimentará la posición española sobre la futura PAC y cumplirá los compromisos internacionales derivados del Acuerdo de París, entre otros.

De hecho, la Unión Europea se plantea como objetivo reducir el 30 % de sus emisiones de efecto invernadero para 2030 y la agricultura y la ganadería también deberán contribuir, al mismo tiempo que garantizar la seguridad alimentaria, en un escenario global marcado por unas previsiones de 9.500 millones de habitantes para 2050.

Abogó por convertir la lucha contra el cambio climático “en una oportunidad” para el crecimiento y el empleo en la agricultura y para mantener el liderazgo español como potencia mundial del sector.

Desde esta misma dirección general de Producciones y Mercados Agrarios, José Luis Sáenz apuntó que “está al alcance de la mano” conseguir la proyectada reducción del 26 % de las emisiones en los sectores difusos -entre los que se incluyen la agricultura y la ganadería-, aunque el reto está en cómo repartir estos esfuerzos.

Recordó que algunos escenarios o proyecciones climáticas avisan del riesgo de olas de calor de hasta 20 días seguidos que podrían ser letales para la agricultura, descenso de las precipitaciones, estrés hídrico y sequías en el Sur de Europa.

Sáenz destacó que el Mapama tiene ya avanzada la lista de medidas que contendrá la “Hoja de Ruta 2030” para adaptar, mitigar y luchar contra el cambio climático en el sector primario.

El Embajador de Holanda en España, Matthijs van Bonzel, detalló que en su país el 11 % de las emisiones proceden de la agricultura -el 3,5 % de invernaderos y el 8 % del vacuno y porcino- pero “hay soluciones”, por lo que su Gobierno trabaja junto a empresas y ámbito científico a través del denominado “triángulo de oro”, que sustenta la toma de decisiones y acuerdos en la materia.

Entre los avances que ha logrado ese país, Van Bonzel citó que el campo de Holanda ya produce el 40 % de toda la energía renovable; elaboran “gas verde” a partir del estiércol; y obtiene resultados “prometedores” con patatas adaptadas a elevada salinidad y tomates “climáticamente neutros” producidos con “calor renovable”.

Precisamente el aumento del nivel del mar y la salinidad será uno de los principales riegos del cambio climático que deben afrontar los Países Bajos, como la sequía lo será para España.

La representante del programa “Energía y Clima en los Sectores Agrícolas” del Ministerio de Economía de Holanda, Elmar Theune, valoró el interés del Gobierno por reducir el consumo de carne, causante de emisiones de gases de efecto invernadero, así como la preocupación porque han aumentado los niveles de metano por el alza de la cabaña, derivada del fin de las cuotas lácteas en la UE.

Los sectores lácteo y porcino concentran las principales emisiones de CO2 de Holanda, a lo que se añade el consumo de gas en invernaderos -el 10 % del total nacional, “lo que es mucho”-, subrayó.

Argumentó que, con el cambio climático, en Holanda habrá más calor, humedad y sequías, sin contar la subida del mar -buena parte del país se encuentra bajo este nivel y necesita de un complicado sistema de diques de contención- pero “también habrá efectos positivos”, especialmente para los países del norte de Europa.

 

Fuente: www.efeagro.es

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