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El cultivo ecológico en arándano, por el profesor Carlos Klein Koch

“Cuando veo plantas en macetas, bajo cubiertas de distintos plásticos, no puedo pensar que de allí pueda salir un fruto orgánico...”

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Uno de los académicos e investigadores en arándanos que participará en el 9° Seminario Internacional que se realizará en Huelva, el 9 de noviembre, es el profesor Carlos Klein Koch, quien expondrá sobre “Cultivo ecológico del arándano: fundamentos de la producción y comportamiento de la industria”.

El profesor Klein es Ingeniero Agrónomo y Licenciado en Agronomía de la Universidad de Chile. Obtuvo su Postgrado en la República Federal de Alemania a través de la Beca Ökumenische Studienwerk de Bochum. U. de Giessen (Justus Liebig), Doktor der Landwirtschaft. También es productor de arándanos en La Araucanía y fue director de la Asociación de Productores Orgánicos de Chile.

“Cuando veo plantas en macetas, bajo cubiertas de distintos plásticos no puedo pensar que de allí pueda salir un fruto orgánico”, afirma, y agrega: “Es cierto que no hay un concepto universal de orgánico y hay distintos estándares para certificar. Se puede lograr certificar como orgánico para el mercado de Estados Unidos,  pero eso no es orgánico”, recalca.

  • ¿Por qué Estados Unidos acepta esta certificación orgánica?
  • Porque el sustrato en donde ponen esas plantas efectivamente es estéril. No se usan productos de síntesis química en materia de fertilizantes ni insecticidas. Pero desapareció el suelo. Desaparecieron prácticamente los insectos, porque en esos grandes túneles se confunden las abejas, no funcionan, hasta los abejorros tienen dificultades. Entonces hay que inventar una cantidad de procedimientos que están orientados, a mi juicio, exclusivamente a un solo tema: el lucro.

El investigador plantea que en el concepto orgánico debe haber un balance entre las legítimas ganancias, los aspectos ecológicos y los socioculturales. “Si usted busca lucrarse, me parece interesante esa posibilidad, pero si usted busca darle un sentido a la producción orgánica, y sentirse satisfecho con la producción orgánica, tiene que buscar un modelo en donde no se busque solamente la maximización de las utilidades, o la maximización de rendimientos”, reitera.

Recalca que su visión no corresponde a una actitud altruista, si no que es el sentido que la actividad agrícola debe tener por el tema ambiental.

“El concepto desarrollado en Europa como cultivo orgánico es mucho más sensible desde lo biodinámico y parte de la base del uso del suelo. El suelo y su fertilidad. El manejo orgánico consiste en mantener y mejorar esta fertilidad natural y para esto hay que usar diversos recursos. Significa tener animales, significa reciclar desechos de cosechas, producción de lombrices, llevarlo al mayor equilibrio posible. Usar la energía que produce su propio campo”, comenta y agrega: “Debe haber conexiones biológicas con otro tipo de plantas. Los famosos corredores biológicos son una exigencia del concepto europeo orgánico para enriquecer con flora u otra fauna benéfica para su ecosistema, para llevarlo al mayor equilibrio posible y evitar excesos de elementos input o externos, ya sean insecticidas, fertilizantes o plaguicidas”.

El experto opina que el concepto de EEUU es mucho más pragmático y no le importa de dónde provenga la energía, de hecho, comenta que en algunos lugares de EEUU están fertilizando con aceites provenientes de la industria del pescado chilena. “No les importa llevarlos de Puerto Montt o Concepción, el asunto es que sea rentable”, enfatiza.

El profesor Klein se desempeña como investigador y académico del Magíster en Biotecnología y Agricultura Sustentable de la Universidad Católica de Temuco, Chile y participa activamente en diferentes proyectos de investigación.

Advierte que en el futuro, Corea y China, que se muestran muy interesadas en los productos orgánicos, pondrán mayores exigencias en sus niveles de certificación orgánica, por lo que los productores deben decidirse hacia qué mercados orientarán sus exportaciones, porque claramente la reglamentación es distinta. Además, hay una iniciativa del Parlamento Europeo para homologar lo que sea certificado con la norma chilena. Sólo falta que el Congreso chileno lo ratifique para que ambos países queden homologados y vinculantes en sus normas.

Chile tiene 2.655 hectáreas orgánicas, entre transición y certificadas, lo que significa casi un 14% del total de la superficie plantada. En el desglose, más de 1.500 hectáreas se encuentran certificadas y las 1.130 hectáreas que están en transición corresponden a plantaciones en las regiones de Los Ríos y Los Lagos, que no tienen la amenaza de la Lobesia botrana, por lo que no necesitan fumigar la fruta para enviarla a los mercados estadounidenses.

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