Inma Sánchez
Buenos rendimientos en ajo
El ajo ha tenido una campaña muy estable y aceptable en calidad y con buenos rendimientos, aunque sigue afrontando un gran reto, la continua reducción de superficie, que ha caído en los dos últimos años en más del 30% con respecto a la superficie cultivada en 2022.
Pese a esta reducción, según los registros de la Asociación Nacional de Productores y Comercializadores de Ajo, ANPCA, la producción total final comercializable se ha podido mantener similar a la de 2023 como consecuencia de un aumento de los rendimientos con respecto a la campaña anterior, con una calidad buena que se ha visto favorecida por las condiciones climáticas favorables durante toda la campaña del cultivo.
Es destacable en esta campaña que el ajo temprano, el Spring, ha ganado mucho más peso y ya representa prácticamente más del 57% del total de superficie sembrada, mientras que el morado ha bajado por primera vez del 40% del total de la superficie cultivada.
Solo unas pocas partidas de ajo de la variedad Spring se vieron afectadas en el mes de junio por algunas tormentas localizadas no llegando a ser significativas en comparación con las del año pasado. En el caso del ajo morado, su rendimiento sí que se vio afectado en julio por algunas incidencias climatológicas y una primera ola de calor que, sumada al ataque de varias plagas provocó que la disponibilidad de calibre este año sea medio o bajo. Esta disminución de oferta ha conllevado a un aumento de precios, aunque acordes con la escasa disponibilidad de producto.
Situación sanitaria
El sector se considera desprotegido ante la falta de soluciones fitosanitarias para mantener la sanidad del cultivo. Una de las principales preocupaciones es la ausencia de herramientas para el control de hierbas y enfermedades, que está incrementando los costes de forma exponencial, dificultando el correcto desarrollo de la planta.
Desde ANCPA, apuntan que una de las soluciones podría ser que, al igual que las restricciones de producto se hacen para toda Europa, las autorizaciones también, o bien por países de la misma zona, reduciendo, así, el coste de autorización de una materia activa. El objetivo es hacer más rentable el esfuerzo económico que una empresa fitosanitaria tiene que llevar a cabo para registrar una nueva materia activa. Otra vía que formulan sería la potenciación del sistema de reconocimiento mutuo, permitiendo a las asociaciones solicitar este proceso, y no sólo a las empresas de fitosanitarios.
Ambos cultivos sufren la falta de mano de obra y
demandan un mayor uso de materias activas que les permitan hacer frente a las enfermedades
Desafíos
Uno de los mayores retos del sector es la defensa del ajo autóctono español, que poco a poco se está logrando posicionar y diferenciar en los mercados internacionales como un producto con seguridad alimentaria.
Además, tiene ante sí serias dificultades para encontrar mano de obra que quieran trabajar en el corte del ajo o incluso en la siembra. En ese sentido, desde Procecam están apostado por sistemas mecanizados para recolección y están desarrollando sistemas de corte en almacén reduciendo en la medida de lo posible el uso de mano de obra.
De cara a la próxima campaña, el sector está pendiente de varios factores como el incremento del coste del arrendamiento de tierras o una falta de disponibilidad de semillas, a lo que se une la limitación de acceso al agua. El ajo es un cultivo que necesita muy poca agua para su desarrollo, pero la que demanda es en unos momentos concretos de su crecimiento, por lo que, si no llueve en esos períodos, debe administrarse mediante riego. “Ante el problema de rotación de tierra para instaurar el sistema de riego por goteo, hay que buscar alianzas con otros sectores productivos”, apuntaba en nuestro A Debate sobre el sector Juan Salvador Peregrin, presidente de Peregrin y de ANPCA.
Dos demandas en ajo
1. Incrementar el número de materias activas disponibles para poder realizar un manejo de cultivo eficaz y así recuperar los rendimientos habituales y la rentabilidad que tenía el cultivo.
2. Posicionar el ajo español y darlo a conocer en mercados internacionales como producto con alta calidad y seguridad alimentaria.
Y un reto
1. Implantación de nuevas tecnologías que ayuden a la mecanización del cultivo y suplan la falta de mano de obra.
“Atasco” en cebolla
Por su parte, la cebolla ha tenido una evolución del mercado muy distinta a la del ajo. El año empezó con precios muy elevados porque el producto almacenado se preveía corto para la campaña en toda Europa, lo que hizo que se incorporara mucha superficie de cebolla temprana y cebolla de medio grano de media conservación.
Sin embargo, el mercado se encontró con un estocaje mucho mayor proveniente de países como Alemania, Países Bajos y Reino Unido, provocando “un atasco”, como describe Luis Fernando Rubio, de Procecam, con cebolla nueva que convivía con la vieja que bajaba precio para favorecer su salida. Esa reducción afectó al nuevo producto que llegaba y se encontraba con precios muy bajos para poder ser comercializada.
Esta falta de rentabilidad se ha mantenido durante todo el cultivo, unida a unos niveles altos de almacenamiento y de disponibilidad de stocks, derivando en una comercialización “muy difícil y lenta, no solo en España, sino en toda Europa”.
Evolución de variedades
En cuanto a las variedades, la demanda de cebolla precoz o cebolla nueva se está reduciendo, ya que sus características no permiten la mecanización y la conservación, al igual que la que se cultiva a mediados de mayo, ya que la mayoría está en zonas donde hay problemas de agua.
Ahora el plato fuerte de venta que se está haciendo va dirigido a cebolla de grano precoz o más tardía para que pueda “soportar” la mecanización y la manipulación en los almacenes, así como la conservación, especifica Pedro María Jurado, técnico de cebollas de Bejo Ibérica, que a su vez destaca la evolución positiva que está experimentando la cebolla dulce.
Foco en el daño interno
Uno de los mayores retos que tiene el cultivo en tema de enfermedades es el daño interno, un problema que está afectando de manera significativa a la reputación de la cebolla española y que están enfocando en Procecam desde una doble vía. Por un lado, vía estudio, con un proyecto que busca averiguar cuáles son las bacterias o el agente causal y en qué momento accede al interior del bulbo. Gracias a los resultados, se podrán obtener herramientas que permitirán reducir este daño interno.
El otro enfoque es con nuevas máquinas de procesado y calibrado para obtener una mejor identificación de cuál puede haber con daño, permitiendo detectarlo y evitando, así, que llegue al consumidor.
Pronóstico
A futuro, ambos cultivos tienen por delante varias metas que alcanzar y algunos obstáculos que superar. A pesar de un contexto complicado lastrado por la pérdida continua de superficie, el ajo tiene todavía mucho que aportar y debe seguir defendiendo su origen nacional como valor diferencial en los mercados. En cuanto a la cebolla, sigue teniendo en el punto de mira el problema del daño interno y continúa avanzando hacia un futuro en que la mecanización y la automatización irán cobrando cada vez mayor protagonismo.
Buena posición comercial de la cebolla
España ocupa el segundo lugar de la Unión Europea en producción de cebolla. Según datos extraídos de Eurostat, en 2024, las exportaciones españolas acumuladas hasta abril se situaron en 95.761 toneladas, un 15,5% más que en 2023, con incremento de ventas en todos los meses En relación con las importaciones, España importa cebolla de Perú principalmente entre noviembre y marzo, de Chile entre marzo y abril y con origen Senegal entre marzo y mayo, por lo que estas compras no compiten con el calendario de exportaciones españolas.