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El Mar menor: Mucho más que el colapso de un ecosistema, un anuncio para navegantes

Nuestro mar menor está cada día más cerca de ser un mar muerto. No vamos aquí a subrayar la magnitud de la catástrofe bien conocida de todos y, en particular de los 55.000 manifestantes que llenaron las calles de Murcia. Este Paranoico no es biólogo ni vecino de la zona e intenta ser prudente y razonable en sus propósitos. Me parece evidente que es el resultado de una multitud de causas, independientemente que la gota que colmó el vaso fuera la gota fría o la DANA como ahora se le debe llamar.

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Mar Menor

Entre estas causas debe figurar sin duda un desarrollo agrícola, ganadero y turístico no sostenible. Ahora parece que todo el mundo, autoridades incluidas, sabía que habría en la zona 9.500 hectáreas de regadíos ilegales. Algunos artículos de prensa, citando fuentes judiciales, elevan esta cifra a 20.000. Cada año, entre 35 y 40 hectómetros cúbicos de nutrientes irían a parar a sus aguas. Se habla de clausurar desalobradoras privadas que no cumplen las normas. Menos mal que Salvados no hizo un programa sobre todo ello porque se nos habría caído a todos la cara de vergüenza. Sin hablar de coste reputacional que para la agricultura murciana habría representado. Tanto es así que desde COAG y la federación de cooperativas, están proponiendo que se deje libre de cultivos intensivos la franja de terreno más cercana al Mar menor, algo así como el parón bilógico que se impone en la pesca cuando las reservas de ciertas especies bajan por debajo de ciertos límites.

Sin que esto nos pueda servir de excusa, los sectores agrario y ganadero no son los únicos responsables del desastre. En este mar fondean 2.300 embarcaciones, hay 10 puertos deportivos, 11 pantanales, 56 fondeadores, 252 urbanizaciones (cifra del 2013) y una red de saneamiento vieja y deteriorada. Entre todos la matamos y ella sola se murió.

Los argumentos esgrimidos durante años por los (ir)responsables políticos y sindicales fueron los de siempre, el empleo de los habitantes de la zona, el gran número de trabajadores y empresarios afectados, que la cosa no es para tanto, que lo peor no tiene por qué ocurrir, sin hablar de las promesas (electorales) de que los “perroflautas” ecologistas no van a impedir el desarrollo de la región.

Todos estos factores impactaron sobre una masa de agua relativamente pequeña lo que hizo que sus consecuencias han aparecido “rápidamente”, al menos en cuanto a los plazos del impacto ambiental del hombre se refiere. Estamos ante algo parecido a la muerte del Mar Aral por el productivismo comunista o la agonía del mar Muerto que está mereciendo cada día más su nombre.

El tamaño importa. Importa para el mar menor y el mar muerto, importó para el mar Aral e importa también para otra pequeña masa acuífera a la escala del planeta, el mar mediterráneo.

Lo anunciaron los científicos hace unas pocas semanas. El Mare Nostrum es una de las zonas del globo que más va a sufrir del cambio climático. En otras palabras, tras lo que estamos viviendo en el mar menor, los ribereños del mediterráneo debemos poner nuestras barbas a remojar.

El mediterraneo representa el 1% del agua del planeta y el 7% de los microplasticos. El 38% de las capturas realizadas por nuestros pescadores en sus redes cerca de las grandes ciudades son basura. Si seguimos así, la pregunta no es si la catástrofe va a ocurrir sino cuando. Y los plazos se acortan cada vez más.

Lo vamos a ver en Murcia. Esto va a marcar un antes y un después. Como revertir el desarrollo turístico y urbanístico es más complicado que intervenir en el sector agrario, las consecuencias sobre el desarrollo agrario de Murcia van a ser importantes. Su coste social y humano va a ser todo menos menor para los agricultores; los trabajadores del campo; los trabajadores de las industrias auxiliares, de suministro y de transporte; los habitantes de los pueblos que dependen de la actividad agraria en general.

Esta Paranoico está convencido que anticipar es la única manera de sobrevivir y limitar los costes de la adaptación al cambio climático e incluso, ¿quién sabe?, de evitarlos. La madre naturaleza nos recuerda, cada vez más brutalmente, que nuestro crecimiento tiene un límite. La sostenibilidad no es una opción, es una necesidad.

Los principales temas a abordar son conocidos. Nos permitiremos citar únicamente a 3, sin ánimos de ser exhaustivos: el agua (su uso, cantidad y calidad), la gestión de los residuos y los purines, la gestión del territorio (zonas inundables, gestión del litoral, recuperación de los acuíferos…).

Las ayudas de la PAC que queden en el futuro deberían concentrase en aquellos productores que quieran ser actores de esta transición ecológica, de la mitigación del y adaptación al cambio climático. Son muchos los caminos posibles, desde la agricultura ecológica a los circuitos cortos, desde la agroecología a la agricultura de conservación, de la SEAE a la alianza para una agricultura sostenible.

Son muchos los caminos posibles siempre que se sea responsable y profesional. No importa el color del gato mientras cace ratones.

Lo que no es de recibo es el incumplimiento sistemático de Directivas europeas que regulan la protección de la biodiversidad, el agua y el uso de nitratos. Las leyes, no solo en Cataluña, están hechas para cumplirse.

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