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El futuro se construye en el presente

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Mi anterior entradilla “Repensar el futuro” ha generado ciertas reacciones en la red. Me han dicho que está muy bien, que es muy bonito terminar el artículo diciendo que “no estamos ya ante crisis coyunturales. Lo que está quebrando es nuestro modelo de desarrollo cuantitativo actual. Cuanto antes nos demos cuenta y nos pongamos manos a la obra para buscar nuevas vías de futuro mejor, mucho mejor.”

Sin embargo, como alguno me ha calificado de “filo-comunista”, lo que ha hecho desternillarse de risa a toda mi familia, le voy a llevar agua a su molino, trayendo aquí una de las preguntas que, en su momento, se hizo Vladimir Illich Oulianov, más conocido como Lenin en su libro «¿Qué hacer?».

El plural en la expresión “nuevas vías” de mi anterior entradilla no es casual, no hay una respuesta única sino una multitud de respuestas posibles, complementarias y necesarias. Todas tienen un punto en común: el mirar lo que está pasando delante de nuestros ojos, estas semillas y jóvenes plantes que están creciendo ante nosotros y que muchas veces no vemos porque no miramos.

Este es un gran debate en el que debería participar todo el sector y las Administraciones. ¿Cómo imaginamos que será el sector de las frutas y hortalizas españolas en el año 2030? ¿Cuántos productores y que tipos de productores? Estas son algunas de las preguntas que nos deberíamos hacer todos y sobre las que deberíamos pensar, todos y juntos. Aquí no sobra nadie y todos somos necesarios.

Para animar el debate, aquí van algunas ideas que he reagrupado en tres grandes bloques: el de la organización, el del producto y su innovación y el de los costes de producción. Seguramente, ni son todas las ideas que están ni están todas las ideas que son.

Respondiendo a Lenin y a su pregunta, podríamos decir “mirar, pensar y actuar”.

Desde el lado de las organizaciones

El decir que la organización del sector es insuficiente se ha transformado en un lugar común. Las cosas no están cambiando a la velocidad que uno quisiera es verdad, y los problemas de una oferta excesiva están todavía aquí. Después de años de aumento de la producción, el caqui está sufriendo en los mercados; el auge de la producción de pimientos, sandias o de los otros frutos rojos pesa en el mercado…

Pero, poco a poco, se están dando pasos tanto en lo interprofesional (le he pedido a los Reyes Magos que converjan y colaboren por ejemplo Hortyfruta y Proexport) como (entre otros) en lo empresarial con la consolidación via fondos de inversión (ver anterior entradilla) y la integración cooperativa. Por ejemplo, en el año 2019 se han incorporado a Unica las cooperativas Copisi, Sunaran, Coopaman y Nulexport.

Desde el lado del producto y la innovación

El futuro se escribe también aquí al presente. ¿Qué es lo que veo si miro y me fijo a mi alrededor?

Por un lado sigue creciendo la demanda de productos ecológicos. Los agricultores ecológicos consiguen defender mejor el precio de sus productos que los convencionales. Pero veo también surgir otras ramas al árbol de la “calidad. Química” por llamarla de alguna manera: naranjas y peras sin tratamiento post-cosecha, naranjas con hojas, productos “ZRP” (Zero Residuos de Pesticidas); productos “agroecológicos2 como los “Bee friendly” desarrollados por Anecoop para algunos distribuidores franceses; el PlanetProof de The Greenery que también desembarca en España; …

A esto se le puede sumar las “mini-hortalizas”; los embalajes sin plástico o con plástico biodegradable; el Grasspaper con un 40% de hierba que piden ciertos clientes alemanes; la vuelta del granel después de una deriva que llevo e envolver en plástico uno a uno todos y cada uno de los pepinos; …

Del lado de los costes de producción

También aquí están produciéndose, y anunciándose cambios. El más evidente es el retroceso de los productos más exigentes en mano de obra como las judías verdes, pero también el tomate. Curiosa historia la de las judías verdes, se fueron masivamente a Marruecos en la década de los 90, volvieron hacia España cuando se produjo la crisis y la devaluación interna (manera elegante de hablar del ajuste salarial) y ahora se están volviendo a ir.

La agricultura 4.0 es ya hoy una vía de ajuste de costes, como lo es la robotización progresiva de las labores que se acelerara a medida que suban los costes salariales, como ha pasado en todas las otras actividades económicas antaño fuertemente dependiente de la mano de obra. Estoy pensando ayer en la cosecha de cereales y hoy en la recogida de la aceituna.

El margen sobre los costes existe, pero debemos aprender de aquellos que tienen costes, laborales entre otros, más altos que los nuestros y que siguen no solo en el mercado sino creciendo, como los belgas o los holandeses. Y es que la baja de los costes de producción pasa también por la mejora de la productividad.

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