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El derroche y las pérdidas de alimentos: no culpabilicemos al consumidor

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Son frecuentes, y con razón, las denuncias en torno al desperdicio de alimentos, el derroche y las pérdidas que se producen a lo largo de la cadena alimentaria.

La FAO nos señala que, comparado con el año 2005, en el año 2050 deberán haber aumentarlo las disponibilidades de alimentos en un 50% para hacer frente a una población de 9 millardos de habitantes en nuestro cada vez más pequeño planeta. Pero también nos dice que une reducción del % en el  desperdicio de alimentos, permitiría cubrir un porcentaje de este objetivo.

Si hablamos de los países en desarrollo, estas pérdidas están sobre todo en los campos, la cosecha, el almacenamiento y el transporte. En nuestros países desarrollados, estarían  11% en el comercio, un 15 % en el sector HORECA,  un 67 en los hogares, lo que dejaría un escaso 8% para el sector productor.

Evidentemente, es inaceptable que recursos escasos como la tierra, el agua o los fertilizantes se utilicen para obtener productos que se tiran, cuando buena falta les hacen a otros. Todo lo que se pueda hacer para mejorar la eficacia en el uso de unos recursos y productos escasos es bienvenido; evidentemente, podemos y tenemos todos los actores de la cadena que concienciarnos y contribuir a ello.

Pero hay que razonar. Me niego a que se culpabilice al consumidor porque tira la piel de los plátanos (¿en vez de fumársela?); pela las naranjas y los pepinos o no se come los huesos de las cerezas y los melocotones. ¡En mi casa de Bruselas, yo hago compost con todos los residuos orgánicos no cárnicos de la casa y obtengo un abono para las plantas de mi jardín pero me niego a culpabilizar a todas las familias españolas que en su piso de la ciudad o tiene el espacio justo para, al lado de las bolsas amarillas, azules y negras del reciclado “clásico” de basura, no tiene espacio para hacer compostaje ni jardín para echar el abono!

Insisto, concienciar a los individuos es importante, positivo y necesario pero lo realmente indispensable es el cambio en el modelo económico que se está dando delante de nuestros ojos.

La caída en desgracia de los hipermercados; la vuelta a los supermercados del barrio; unos horarios de apertura más amplios; la fragmentación de la compra semanal en varias a lo largo de la semana (en gran parte por culpa de la crisis económica, no hay mal que para bien no venga), son pasos positivos que están contribuyendo a reducir las pérdidas en los hogares. Estoy personalmente convencido que una parte de la baja del consumo de frutas y hortalizas observada en Europa por FRESHFEL refleja una disminución del consumo aparente y no del consumo real, es decir, es el resultado de esta disminución de las perdidas en los hogares.

El desarrollo de los circuitos locales y cortos es otra manera complementaria de afrontar el problema. Productos que no son comercializables en cadenas largas o en la exportación, pueden ser perfectamente aptos a la venta en otros canales alternativos.

Otros cambios, por el contrario, requieren innovación cuando no existen alternativas; desarrollo cuando existen  o mayor divulgación cuando ya son operativos. A los consumidores no les gustan los productos feos, simplemente no se venden. Se pueden, y deben hacer campañas de información (y de precios) como las que se hacen el Reino Unido, pero sigue siendo un hecho que estos productos encuentran más difícilmente hueco en el mercado. Luchar contra el desperdicio es encontrar nuevas salidas comerciales para aquellos productos que no tiene fácil cabida en el canal de comercialización normal: usos industriales y químicos; abono y compostaje;…

1 Comentario

  1. Gemma Trigueros 19/05/2014

    ¡Que alegria me da ver un articulo en este sentido!.
    Lo facil para todos, productroes, es culpàbilizar al consumidor y asi con cuatro campañas de concienciación se peude decir que ya se hace todo lo posible, sin ser así, el probelma mayoritariamente no está ahi.
    La ultima «ocurrencia» de la Comisión Europea queriendo ampliar los alimentos sin fecha de consumo preferente viene a ahondar en este sinsentido. Asi el supermercado no tiene que retirarlo, lo compra el consumidor y ya lo tira él en su casa, si considera que no esta en condiciones para consumirlo, no por seguridad, que son productos estabels, sino proque esté rancio, seco, o separadas las fases, por ejemplo

    Esperemos que no prospere al ide, nostros por lo menos haremos lo posibel para evitarlo.

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