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Santa Bárbara ya truena. SUNARÁN

Antonio Carmona, gerente de Sunarán SAT, socio de Unica.

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Históricamente, han sido muchos e importantes los episodios de sequía, el último hace casi 30 años, cuando hubo campañas en las que no dispusimos de ninguna dotación de riego. La situación actual no es menos preocupante y, de hecho, en el caso de nuestros cítricos, la cantidad de agua con la que hemos contado en la última campaña de riego ha sido apenas el 40% de la que necesita el cultivo. Esto ha provocado una merma de la producción y del calibre de la fruta de manera generalizada.

Aunque estamos ya en una situación muy crítica, lo verdaderamente dramático sería que no lloviese de aquí a mayo lo suficiente como para que se repongan las cuencas y acumulen las reservas necesarias para poder regar de cara al próximo ejercicio. Si llegamos a esta situación límite, no serán muchas las alternativas y, es más, habrá quien opte por aguantar sus plantaciones como pueda y quienes, por el contrario, decidan arrancar antes que ver sus árboles secos.

«En la última campaña de riego dispusimos solo del 40% del agua que los cítricos necesitan»

En las últimas décadas, el sector ha optimizado enormemente el uso del agua de riego gracias a la modernización de las comunidades de regantes y de las propias explotaciones agrarias. Pero siempre quedan cosas por hacer. La agricultura puede ir un paso más allá tecnológicamente con la implementación de aplicaciones para un mayor y mejor control hídrico, de modo que conozcamos las necesidades reales del cultivo y podamos hacer un uso más eficiente de los escasos recursos disponibles en épocas de sequía.

Las administraciones, por su parte, también tendrán que ser sensibles con este problema y buscar soluciones en materia de infraestructuras, políticas de agua, seguros agrarios, etc. Aunque soy consciente de que no serán a corto plazo ni de manera inmediata, sino pensando en un plan estratégico a largo plazo que garantice la sostenibilidad de las explotaciones.

Lamentablemente, es muy común que no se trabaje de forma preventiva, sino que se actúe cuando surgen los problemas, y es que solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. En cualquier caso, confío en que aún estamos a tiempo de revertir la situación actual.

Cambiar nuestras zonas de producción no es una alternativa. En cada lugar se dan las condiciones más adecuadas para determinados cultivos y nuestra zona, en Córdoba, es increíblemente buena para los cítricos. Solo necesitamos el compromiso de todas las partes, agricultores, comercializadores y Administración, para poner en marcha las medidas necesarias que nos permitan aprovechar al máximo todos los recursos disponibles en beneficio de una agricultura sostenible.

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