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Oportunidades sí, pero…

Una mejor experiencia de consumo fruto de la innovación puede ayudar a aumentar la categoría de uva de mesa, sin embargo, las dificultades logísticas y la elevada inflación están ralentizando la evolución del sector, que lucha por contener sus costes.

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Contexto general
Las uvas de mesa se mantendrán como una de las principales frutas exportadas a nivel mundial, según el último informe de Rabobank sobre este producto y su mercado, que augura una tendencia positiva no solo en cantidad, sino también en calidad. “Las frutas de más calidad, que ofrecen una mejor experiencia de consumo, tienen el potencial de atraer y retener a los consumidores, además de dinamizar la categoría”, afirma el citado informe, y esto hace, a su vez, que las variedades protegidas continúen ganando relevancia en los principales mercados.
Sin embargo, no todo son buenas noticias para el sector. Estas altas expectativas del consumidor chocan con importantes limitaciones, fundamentalmente dos: por un lado, las dificultades logísticas que, en el caso de España, han parado en seco las exportaciones fuera de la Unión Europea (UE) y, por otro, el aumento de los costes de producción, especialmente acusado en un cultivo muy demandante de mano de obra.
En este contexto, son muchos los desafíos que afrontan los productores españoles, pero también las oportunidades para lograr que la categoría siga creciendo.

2 desafíos
Como decíamos anteriormente, la logística y la optimización de los costes de producción se presentan hoy como los grandes retos del sector de la uva de mesa nacional. En lo que respecta al primero, el encarecimiento de los fletes marítimos, así como los retrasos en los envíos siguen frenando la exportación a destinos como Asia, y las compañías españolas concentran todos sus esfuerzos en sus mercados europeos más tradicionales, como son Alemania, Italia, Grecia o Francia, entre otros. “Necesitamos que el transporte de ultramar y también por carretera dejen de especular”, afirman desde Grupo El Ciruelo, ya que “esto influye en los precios, y lo que es más importante, en el consumo”.

Optimizar los costes es, por otro lado, el segundo gran desafío del sector, y en ello trabajan todas las empresas españolas, conscientes, sin embargo, de que todo tiene un límite. “Tarde o temprano, la subida de los costes tendrá que ir acompañada de un aumento de los precios de venta, si no la situación del sector será inviable”, insisten desde El Ciruelo.

Mientras tanto, todos abogan por ‘afinar’ en la selección de sus variedades cultivadas, buscando aquellas más productivas y que, a su vez, satisfagan las demandas del consumidor. Asimismo, reducen gastos en almacén, aunque son conscientes, como afirma Miriam Cutillas, directora comercial y de Marketing de Uvasdoce, de que “optimizar los costes en un trabajo tan manual como el cultivo, selección y envasado de la uva no es fácil”; aun sí, en su caso, y en otros muchos, “hemos intentado ajustar los procesos para minimizar todo lo que podamos esos gastos”.

Sin semillas y con royalties
Si bien el consumo en Europa retrocede, como afirma el informe de Rabobank, desde Uvasdoce, y así lo confirman también desde El Ciruelo, lo que “se está produciendo es un cambio de tendencia de las uvas con semillas a las sin semillas”. Y España parte de una posición ventajosa. “Hace años que iniciamos una reconversión varietal hacia variedades sin semillas”, afirma Joaquín Gómez, presidente ejecutivo de Apoexpa, que cifra en más del 90% el porcentaje de uvas apirenas sobre el total de la exportación nacional (en 2021, según Fepex, España exportó más de 200.000 Tn).

Que el auge de las uvas sin semillas, más que una tendencia, es ya una realidad, lo confirma el hecho de que Italia, el mayor productor europeo, se haya ‘subido al carro’ de la reconversión varietal. “Aunque aún tienen mucha uva con semilla, ya están haciendo el cambio y, es más, algunos de nuestros clientes nos hablan del empuje de Italia”, reconoce Arnold Heemskerk, del Departamento Comercial de Frutas Esther.

Junto a las uvas sin semillas, la segunda gran oportunidad de mercado para las empresas españolas llega de manos de las variedades protegidas, que suponen ya en torno al 70% del total y gozan de una gran aceptación en los mercados. “Son las más demandas y tienen unas características maravillosas para el consumidor final”, afirma Cutillas, que incide en que “todas mejoran lo que había anteriormente”. Además, “nos permiten escalonar las producciones”, añaden desde El Ciruelo. El problema es, de momento, que “el cliente no sobrevalora el hecho de que sean variedades con royalties”.

La inflación, un hándicap

La campaña española comenzó con el consumo “estancado”, lamenta Joaquín Gómez. Y, es más, según Antonio Berná, gerente de Antonio Berná e Hijos, “el precio de la uva de mesa que está pagando el consumidor hace que la demanda descienda, produciendo un exceso de oferta que provoca, a su vez, que el agricultor no perciba un precio justo por su producto”.
Para revertir esta situación, “debemos ser más competitivos”, insiste Heemskerk y añade que, en su caso, “tratamos de reducir los costes en todos los procesos, desde el campo al almacén”, de modo que puedan ofrecer un mejor precio a sus clientes y lograr que “la uva sea la fruta preferida de los consumidores”.

Tradición y diferenciación

Desde la DOP Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó reivindican la “calidad diferenciada” de la uva bajo este sello de calidad, que “ampara nuestras uvas (con semilla) y todos sus valores y principios asociados, como la defensa de la agricultura con base territorial, que genera una producción de alta calidad”.

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