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"Las grandes cadenas han contribuido a democratizar el bio"

El consumo de biológico crece en España y, por cercanía y las propias características del producto, nuestro país se convierte en mercado preferente para empresas como Bionest.

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La de Bionest es una historia muy peculiar, por no decir única, dentro del sector ecológico español. A diferencia de muchos productores de convencional que se han subido al tren del bio empujados por el crecimiento de este segmento de negocio, Bionest inició su andadura en 1992 como una empresa 100% ecológica a la que la crisis económica global obligó a poner en marcha una línea de convencional. “Muchos supermercados decidieron eliminar el bio de sus lineales y, para mantener a nuestros clientes y ofrecerles el servicio que necesitaban, iniciamos un modelo mixto”, nos explica Thomas Cera, director comercial de la firma, que nos recibe en su stand de Organic Food. En su caso, no es su oferta de bio sino de convencional la que está limitada.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y el consumo de alimentos ecológicos crece en Europa y también en España, un mercado muy interesante para Bionest. “Las frutas y hortalizas son productos perecederos y, cuando hablamos de bio, aún más, por lo que la proximidad adquiere gran importancia y con ello el mercado nacional”, detalla Cera. Su principal factor limitante continúa siendo el precio, aunque el director comercial de Bionest valora el trabajo realizado por las grandes cadenas de supermercados, que han contribuido a “democratizar el bio, aumentando su consumo” y haciendo que su venta no se limite a las tiendas especializadas.
La firma comercializa 10.000 toneladas de berries ecológicas anualmente, fresas, arándanos, moras y frambuesas, además de otros productos como el boniato, lima y espárrago verde. Y tiene en Alemania, Suiza, Francia, Holanda, Bélgica y Reino Unido sus principales mercados de exportación.
Conscientes del cambio climático y de cómo este puede afectar al futuro del sector agrícola, han creado un Departamento de I+D en el que realizan pruebas con distintas variedades que les permitan, por ejemplo, minimizar el consumo de agua de riego y sean resistentes. “Nuestro objetivo es que estos avances nos ayuden a reducir los costes y, por tanto, a mantener la inversión en investigación”, concluye Cera.

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