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LA DISTRIBUCIÓN ANTE EL RETO DE LA INFLACIÓN: Contener los precios, ¿misión imposible?

El debate continuará candente probablemente hasta final de año, visto cómo está afectando la inflación a los niveles de consumo, cuyo incremento parece no tener un horizonte.

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Tras décadas de estabilidad en los precios alimentarios, que sí se resintieron precisamente con la subida del IVA en 2012, la escalada de precios está alcanzando niveles preocupantes, como refleja cada mes el Instituto Nacional de Estadística (INE), que en agosto apuntó una subida general de casi un 14%, y de un 10,5% en alimentación, alcanzando el nivel más elevado desde 1994.

El origen se encuentra en los altibajos de actividad que provocó la pandemia, causando cuellos de botella en la producción y el encarecimiento de las materias primas, lo que, poco a poco, se ha ido trasladando a numerosos bienes y servicios. La puntilla llegó con la guerra de Ucrania y las subidas del petróleo y el gas natural, de los que Rusia es un gran exportador a Europa. Mientras la subida de la gasolina ha tocado techo, no ha sucedido lo mismo con el gas, fundamental para producir electricidad.

Ante ello, el desarrollo y la expansión de las renovables llevan tiempo, “luego los precios se mantendrán en un nivel elevado a largo plazo y supondrán una carga para los consumidores”, señala Martin Baumert, director de Landgard.

En el sector hortofrutícola también han contribuido a esta inflación las inclemencias climáticas, que han mermado importantes volúmenes de producción, reduciendo la oferta en el mercado.
Ante esta coyuntura tan complicada, entrevistamos a los responsables de compra de fruta y hortaliza de Aldi, Carrefour, Grupo Ifa, MasyMas, Covirán, Ametller, Veritas, además de Eurogroup (central de compras de Rewe) y Metro, al analista Fernando Ortega, al importador alemán Landgard y al experto de la consultora alemana Agrarmarkt Informations-GmbH.

Propuestas
La cadena alimentaria y el Gobierno comparten su preocupación por este encarecimiento de la cesta de la compra. Sin embargo, las soluciones que se proponen son muy diferentes. Por un lado, el Gobierno se plantea la posibilidad de lograr un acuerdo con los supermercados para ofrecer una cesta saludable y variada, y con precios congelados hasta después de Navidad. Una medida totalmente rechazada por los supermercados, que manifiestan que trabajan con un escaso margen de beneficio del 1%. Por su parte, sugieren eliminar la tasa de los alimentos básicos, que tienen un IVA superreducido del 4%. El ministro con competencia en la legislación alimentaria, Luis Planas, ha rechazado ambas propuestas y pide la colaboración de todos.

Tope a los precios
“En ningún caso se ha repercutido la subida de costes por completo al precio final”, sostiene José Juan Fornés, director general de Masymas. Y en esta dirección están trabajando las cadenas desde hace ya unos tres años, cuando comenzó la pandemia. Aun así, no han logrado mantener el nivel de consumo de fruta y hortaliza de la pandemia, estando incluso en niveles más bajos que en 2019. La cercanía y la escucha activa al consumidor, además de la optimización de costes, se muestran fundamentales en este cometido. Si hay algo que se pueda extraer de toda esta coyuntura es que “hay que colocar al consumidor en una posición central y prioritaria en la cadena de valor agroalimentaria, su relevancia es y será fundamental”, como detalla el analista Fernando Ortega.

Un escenario de oportunidad
Lejos de lo que toda esta difícil situación despierta, existe también la oportunidad. España ha mejorado su competitividad por la crisis energética que se vive en Centroeuropa, al ser mucho mayor que la nuestra. Además, en el lineal hay otros sectores alimentarios que padecen costes más importantes, “dando una oportunidad a la fruta y la verdura al desviar su consumo a productos más económicos”, según declara Víctor José Ayllón Aguilera, director comercial de Frutas y Verduras de Carrefour España.

De forma paralela, el sector puede potenciar la calidad de su producto porque hay una franja de consumidores que apuestan por el sabor y la calidad, y no van a cambiar. Como comenta Ricardo Vázquez, CEO de Eurogroup España: “con un enfoque en la calidad, frescura e innovación en nuevas variedades, España puede mejorar su competitividad”. O Josep Ametller, consejero delegado y cofundador de Ametller Origen: “Lo más caro y menos sostenible es lo que compras y se acaba desperdiciando en la nevera porque a nadie le gusta lo suficiente”.

En esta línea, Sophie Pagnon, responsable del supermercado ecológico Veritas, sostiene que el consumidor, en estos momentos de crisis económica, compra de manera menos impulsiva, “y este comportamiento nos beneficia, ya que la gran mayoría de nuestros clientes son consumidores concienciados que se preocupan por su alimentación”, potenciando la fruta y hortaliza, y en concreto, los productos bio. En esta meta, nos quedamos con la afirmación de Ricardo Vázquez a modo de conclusión: “No podemos estar parados, o asumimos que los cambios son parte del negocio o perderemos la posición privilegiada que tenemos”.

EFECTOS DE LA INFLACIÓN:

• Descenso de los niveles de consumo.
• Reducción del desperdicio alimentario.
• Implementación de medidas de ahorro de costes en las empresas, optimización de los diferentes procesos.
• Mayor planificación con los proveedores y estrechamiento
de vínculos.
• Aumento del precio del producto, derivado de los costes de producción, pero, a su vez, ejercicio de contención por parte de los diferentes operadores.

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