La costa tropical española ya no solo la representan Málaga y Granada
El sector del mango afronta un inicio de campaña muy optimista, se espera una de las mejores cosechas de la historia; por el contrario, el aguacate nacional reducirá su producción un 25%, condicionado por la falta de agua en el Valle de Vélez, que por suerte se verá compensada con el resto de España.
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Hablar de aguacate es hablar de la Axarquía y el Valle de Vélez, sin embargo, en esta campaña, se va a poner de manifiesto que un sector fuerte es el que diversifica y no arriesga su futuro a una sola carta. Llevamos muchos años publicando cómo tímidamente se iban probando nuevas zonas de producción, aperturas de almacenes en localizaciones alejadas de Málaga o nuevas variedades. El sector no ha dejado de pensar en situaciones como la que estamos viviendo en estos momentos. Por supuesto, el crecimiento y aumento de volumen han influido, toda empresa necesita un crecimiento y desarrollo para que la estructura sea sólida, pero el factor hídrico ha sido siempre un condicionante.
Y el día llegó, las administraciones no han encauzado las demandas de un sector malagueño que lleva años solicitando infraestructuras sin que nadie responda. El estigma de que el aguacate ha secado la Axarquía ha llevado a esa inacción política, de forma que, lejos de poner luz en un problema que no solo afecta a la agricultura, sino a la actividad económica de una zona que cuadruplica su población en verano o que, en los últimos 20 años, ha aumentado más de un 50%.
En los últimos días, hemos podido conocer que se están dando pasos para hacer realidad una desaladora que pueda contrarrestar la sequía y falta de agua en el embalse de La Viñuela, que ha dejado ya de potabilizar agua ante los bajos niveles que presenta.
Para esta campaña de aguacate, que empieza en pocas semanas, las previsiones para la zona de Vélez son dramáticas, con una reducción de casi el 50% de la producción. Muchos pequeños productores verán cómo su cosecha difícilmente puede cubrir unos costes cada vez más altos. En el caso de grandes empresas y cooperativas, la realidad es diferente, la previsión de deslocalizar el 100% de la producción, abrir nuevas zonas y no ser dependientes les va a permitir que, aunque bajen las cifras, no suponga un golpe tan duro. A nivel nacional se espera que los resultados disminuyan un 25%, a lo que hay que añadir que es un año de vecería baja tras una gran campaña 21-22; por lo tanto, la reducción real no es tan inesperada.
En el caso del mango, localizado casi exclusivamente en la Axarquía, se unen dos factores que dan como resultado una de las mejores campañas de la historia. Por un lado, las temperaturas en verano, que han sido excesivamente cálidas; y, por otro, un estrés hídrico, que provoca que el árbol sea más productivo ante la amenaza de que se seque. Ante ello, el mercado está recibiendo un mango de muy alta calidad, aunque con un calibre inferior por esa falta de agua. Habrá que ver al final de la campaña si los precios han compensado ese menor tamaño con un gran sabor.
Pero ya los tropicales, y sobre todo el aguacate, no son solo Málaga o Granada. Huelva, Cádiz o la Comunidad Valenciana llevan años apostando por un cultivo que accede a los mercados con volúmenes competitivos. Se han convertido en entes independientes fuera del paraguas de Málaga, capaces de compensar una caída de la mitad de la producción en Vélez.
Ante este escenario, el sector atisba cambios más trascendentales que la particularidad de la propia campaña. La interprofesional de tropicales está cerca de ser una realidad, todos los actores de la cadena estarán representados y vendrá a actuar como lobby para defender los intereses del sector y evitar desinformaciones o fake news en un sector donde el consumo de agua se pone en entredicho. Pero, sobre todo, esto significa una reorganización de las empresas en favor de un objetivo común: que en momentos complicados como los que vienen el sector esté unido.
También el Mango de Málaga está reactivando su actividad para unificar intereses bajo un sello que aporte un valor añadido al producto y lo haga reconocible en los mercados internacionales.