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“Estamos al límite”. ANBERNAH

Los gastos de producción aumentan y la uva lleva varias campañas con precios bajos. Para más Inri, entra en juego el COVID-19.

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Anbernah

La campaña pasada de uva de mesa española estuvo marcada por el temporal Dana y este año lo estará por el COVID-19. Durante los meses de pandemia, los productores del Valle del Vinalopó han estado realizando labores de campo, pero no en plena campaña. Ahora tienen que afrontar el ejercicio con la máxima incertidumbre sobre cómo se comportará el consumo según vaya evolucionando la crisis sanitaria.

Por el momento, los sobrecostes derivados de las medidas extraordinarias tomadas por las empresas de la zona para evitar los contagios en campo y almacenes reducen aún más el margen de comercialización que el sector viene registrando en los últimos años. Sin ir más lejos, en la campaña anterior, además de que se perdió mucha producción por la Dana, la competencia italiana estuvo presente hasta las últimas fechas de recolección, causando bajos precios. “Estamos al llímite”, declara Antonio Berná, gerente de Anbernah.

Esta situación de crisis sanitaria, sin embargo, no ha supuesto una falta de mano de obra en la zona porque no es un sector que traiga personal extranjero o de otras provincias.

Campaña actual
Para esta temporada, a nivel productivo, se espera un menor rendimiento de las parcelas debido a la incidencia de las lluvias de la primavera, que han propiciado la aparición oídio y mildiu en los cultivos, según sostiene Berná.

Como novedad, la firma incorpora dos nuevas hectáreas de la variedad Doña María en esta campaña y tiene previsto para próximos ejercicios sustituir plantaciones de la variedad Ideal. Además, ha llevado a cabo una renovación de la maquinaria de sus instalaciones frigoríficas.

Uva sin semilla
En Anbernah apuestan por las uvas tradicionales, pese a que no cabe duda de que la uva sin semilla va ganando cuota de mercado. Pero los países con tradición en el cultivo de uva de mesa, como son España e Italia, continúan apostando por las variedades clásicas “porque buscan el color y sabor de las uvas de siempre”. Además, según Berná, “la genética de las apirenas es una carrera que no tiene fin, una auténtica vorágine de variedades que desaparecen en tres o cuatro campañas y que los agricultores no pueden soportar”.

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