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El sector ecológico confía en seguir manteniendo su ritmo de desarrollo

Si el sector bio puede responder de forma diferente al convencional en el contexto macroeconómico actual es una de las preguntas que le hemos hecho a sus operadores en este especial, y en su mayoría creen que podrá afrontarlo con más fuerza, siempre y cuando se lleven a cabo una serie de medidas.

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Situación macroeconómica
La alimentación ecológica ganó de nuevo terreno en la cesta de la compra de los españoles en 2021, ya que alcanzó un valor de mercado de 2.752 millones de euros, un 8,86% más que en 2020, con un consumo per cápita de 58,15 euros al año (+9,71%), según Ecovalia. Su trayectoria en estos dos últimos años, a pesar de las incidencias negativas, no ha estado marcada por un frenazo brusco en la venta de productos ecológicos, sino que se ha mantenido muy estable.

En esta realidad ha influido el hecho de que los principales mercados de exportación del ecológico (más del 43%) tienen economías más fuertes que la española. Aún así, es en estos momentos de amenaza, en un contexto macroeconómico cada día más complicado, cuando se percibe mayor incertidumbre y precaución que durante el COVID-19.

“Nuestro temor es el incremento de costes, desde los insumos, que para el bio son más caros, o las semillas hasta los materiales de embalaje o transporte, todo se ha casi triplicado”, sostiene Fernando Martín, gerente de Bioprocam. De hecho, Adolfo García, gerente general de Camposeven, prevé un futuro complicado para el ecológico tanto por la inflación como por la subida de tipos de interés o el aumento de costes porque “este año los márgenes se han reducido tanto por estas subidas que, si no se trasladan al precio final, pueden hacer desaparecer a muchos agricultores”.

Además, los que adquieren productos bio ocasionalmente no sabemos cómo se comportarán en esta situación de inflación. Habrá consumidores para los que el ecológico será esencial y otros que prescindirán de él.

La innovación, una reducción del IVA o ayudas a los productores son algunas de las medidas propuestas

El producto bio se defiende
Según Diego Granado, secretario general de Ecovalia, el sector ecológico cuenta con una serie de ventajas que le permiten sufrir en menor medida esta situación económica complicada. “El uso de variedades adaptadas, de métodos de lucha biológica o la nula dependencia de fertilizantes químicos amortiguan en parte los efectos de la inflación”, señalaba. Además, hay elementos en la producción bio, que basa su filosofía productiva en muchos aspectos de la economía circular, que reducen costes aprovechando recursos propios o subproductos.

Por otra parte, la innovación y la aportación de valor añadido al producto es seña de las empresas ecológicas, y son acciones que permiten acceder a mercados menos sensibles a las tensiones inflacionistas. Por todo ello, Granado cree que el sector bio es ahora más que nunca una apuesta de futuro por su verdadera sostenibilidad ambiental, desde luego, pero también económica.

Posibles medidas
Ante esta situación, se habla entre los operadores de reducir la carga burocrática o tomar medidas como la reducción del IVA. En este sentido, Feliú Cusidó, responsable de ECO en Bejo, considera que propuestas como esta “son totalmente necesarias para el sector y así hacer más asequible el producto para todos los segmentos de la población”. Pero para Francisco Javier del Águila, gerente de Keops Agro, ayudaría más al sector la protección en Europa de las frutas y hortalizas comunitarias frente a la importación de terceros países, apostando por un producto de proximidad.

Por todo ello, el papel de las instituciones públicas es decisivo en el desarrollo del sector, tal y como sostiene Miguel Abril, director comercial de Anecoop: “Los retos ahora son obtener una mayor inversión en ayudas para que los productores puedan transformar sus tierras a bio en cada vez mayor medida, así como en campañas de promoción específicas”, sin olvidar trabajar en innovación para adaptar y optimizar todos sus procesos. Así, el Plan de Acción de la Agricultura Ecológica de la Unión Europea (UE) sugiere dedicar al menos el 30% del presupuesto a este ámbito.

Papel de la distribución
Desde el sector se cree que los supermercados tienen la llave para que el sistema no se rompa y deben revisar los precios a un nivel que el consumidor pueda pagar y el productor, rentabilizar su actividad. Y puede que esto signifique reducir sus márgenes.

Las grandes cadenas ya representan en España el 53% de la distribución. En esta línea, los operadores creen que colocar el producto bio junto al convencional, pero bien señalado y diferenciado, podría suponer su normalización y acercamiento a la sociedad. “Ahora bien, el consumidor debe estar informado de que son diferentes”, declara al respecto Juan Antonio Martínez, CEO de Toñifruit. En este punto, habría que romper la barrera que todavía supone el precio y concienciar al consumidor de que está invirtiendo en su salud.

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