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El tomate almeriense cierra otra campaña con números rojos

La mayor competencia dentro y fuera de Europa unida a unos costes de producción que no dejan de crecer auguran un futuro muy oscuro para el tomate, que ha perdido más de 2.000 hectáreas en las últimas cinco campañas.

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La disponibilidad de producción local en Europa ya ha logrado desplazar al tomate almeriense de los lineales y, por tanto, los productores dan por concluida su campaña. De hecho, desde la segunda quincena de mayo, en la mayor parte de las fincas se han comenzado a retirar las plantaciones y llega la hora de hacer balance de resultados.

“No ha sido un buen año para el tomate”, lamenta Andrés Góngora, responsable de Frutas y Hortalizas de COAG, y eso a pesar de que, al inicio de la campaña, todo parecía indicar lo contrario. “Había menos superficie”, recuerda, de modo que, al reducirse las producciones, los precios también podrían haber sido más elevados. A falta aún de datos definitivos, según Coexphal, en Almería se han cultivado este año en torno a 8.800 hectáreas, un 8% menos que en la campaña 2018/2019.

La inestabilidad en los precios ha sido la tónica general, unas oscilaciones que Góngora relaciona directamente con el volumen de tomate importado de Marruecos. “En las semanas en las que ha aumentado la entrada de tomate marroquí, el precio del nuestro se ha hundido”, lamenta.

De media, el producto almeriense se ha situado en torno a los 0,50 euros/kg, teniendo en cuenta todos los tipos; una cifra que, en el caso de los sueltos ha podido ser más baja y, si hablamos de cherry, algo superior. Aun así, “son precios mediocres”, insiste.

Una rentabilidad escasa
Más allá de los bajos precios, el presidente de Asaja Almería, Pascual Soler, apunta a los cada vez mayores costes de producción del tomate, que dan como resultado una escasa rentabilidad para el agricultor. “Al aumento del 22% de los costes de la mano de obra tenemos que sumar, por ejemplo, la subida del precio del agua, que alcanza los 0,60 euros el metro cúbico, o de otros insumos como el plástico”, explica.

Junto a todo ello, Soler y Góngora añaden un factor más: las mayores producciones europeas, ya no solo de Holanda, sino también de países como Bélgica o Francia. “Estamos en una pinza”, lamenta Góngora, que detalla que, si bien Europa amplía sus calendarios de producción, también Marruecos se consolida en los meses de pleno invierno, restando protagonismo a Almería.

“Marruecos es cada vez más fuerte”, afirma y añade que, a los tipos tradicionales de tomate que se cultivan en este país, como son los sueltos y los cherries, hay que sumar ahora los tomates de sabor que están comenzando a desarrollar.

Nueva caída de la superficie
Desde el sector están convencidos de que, con estos resultados, la próxima campaña volverá a producirse un nuevo descenso de la superficie de tomate. “Las hectáreas volverán a bajar y muchos agricultores se decantarán por otros cultivos como, por ejemplo, el calabacín en la zona de Níjar”, explica Antonio Rodríguez, presidente de SAT Costa de Níjar. Para él no cabe duda de que el futuro del tomate pende cada vez más de un hilo y, de hecho, llega a afirmar que “podría desaparecer” de la provincia o, al menos, quedarse con una superficie muy residual.

Para evitar llegar a este punto, desde Asaja Almería abogan por “una mayor protección del tomate” a nivel europeo, que pasaría, por ejemplo, por la puesta en marcha de medidas para garantizar una retirada eficaz de producto, garantizando así un precio adecuado para el agricultor.

En las últimas cinco campañas, Almería ha perdido más de 2.000 hectáreas de tomate, pasando de las 11.206 del ejercicio 2013/2014 a  las 8.800 estimadas por Coexphal este año.

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